Hacia tiempo que no veíamos en España una relación tan estrecha fútbol y política como la que encarna la figura de Joan Laporta, aunque hay que reconocer que esa unión no se ha producido de manera conjunta. El ex Presidente del Barcelona,
a los pocos meses de abandonar el cargo en el club tras siete años, se presentó al frente de su propio partido, Solitaritat Catalana por la Independencia, y obtuvo 4 escaños en el Parlamento de Cataluña. Ahora no descarta nuevos objetivos,
desde la alcaldía de Barcelona a esperar un parlamento más polarizado en el que hagan falta futuras alianzas para gobernar y poder entrar en el Govern catalán
y extenderse, ahora, a la Comunidad Valenciana.
TRAYECTORIA ANTERIOR AL BARÇA, POLÍTICA Y FUTBOLÍSTICA
Joan Laporta era un abogado de cierto prestigio, que desde joven comenzaba a exhibir sus planteamientos políticos y sus aficiones al fútbol. En los 90 ya estuvo vinculado al Partit per la Independencia, escisión de ERC liderada por la diputada Pilar Rahola, pero este experimento no tuvo éxito y se disolvió tras unos pésimos resultados electorales. En 1998, probó en sus primeras elecciones a la Presidencia del FC Barcelona, integrado en la candidatura de Ángel Fernández. Pese a no alcanzar el éxito y Josep Lluis Nuñez revalidar su mandato, Laporta fue uno de los creadores e ideólogos de “Elefant Blau”, plataforma opositora que consiguió llevar a cabo una moción de censura contra el ex mandatario culé, que pese a no salir victoriosa culminó con una convocatoria de elecciones anticipadas. Johan Cruyff apoyó públicamente la moción de censura y ya quedó palpable su afinidad con Laporta, su abogado personal. Relación que se ha mantenido hasta día de hoy, siendo considerado uno de los gurús ideológicos del Presidente. En las elecciones de 2000, Laporta y su Elefant pidieron el voto para el candidato Lluis Bassat, pero el triunfo iría a parar al sucesor nuñista Joan Gaspart.
Desde ese año 2000, Laporta se desmarcó de Bassat y comenzó a preparar su futura candidatura. Se rodeó de un grupo de empresarios de un perfil más joven y con un carácter ideológico nacionalista. En él, su mano derecha y responsable del área deportiva sería Sandro Rosell. Solo hubo que esperar y el desgaste de Gaspart fue evidente y su gestión en el fútbol inadmisible por lo que dimitió y convocó elecciones anticipadas en 2003.
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Johan Cruyff apoyó publicamente a Elefant Blau en 1998 |
PRESIDENTE DEL BARÇA
En las elecciones de 2003, en las que hubo hasta 6 candidatos y todas las miradas apuntando hacia Lluis Bassat como claro favorito, Laporta logró destronarle y alcanzar la Presidencia del Barcelona. Con una campaña inteligente, representando la juventud en toda la candidatura (todas personas entre 35 y 45 años frente al resto de candidatos que superaban los 60), la modernidad (se les denominó “generación powerpoint”), exhibían sus profundos conocimientos de inglés, plantearon una campaña electoral vistosa y con forma de candidatura grupal (a los debates deportivos acudía Rosell, a los económicos Soriano…) y guardándose algunas bombas, como el fichaje de David Beckham que finalmente se llevó el Real Madrid. Laporta dio las vueltas a las encuestas y se hizo con el triunfo que daba acceso a la Presidencia del "mes que un club" Barcelona.
Pese a no obtener triunfos destacados en ese primer año y peligrar en el cargo el entrenador Frank Rijkaard, u
na segunda vuelta espectacular en la que el Barcelona encadenó 17 partidos sin perder y alcanzó el segundo puesto recuperó la ilusión del barcelonismo. Además, fueron celebres y serios sus intentos de erradicar los grupos violentos, en especial los Boixos Noix por los que recibió diversas amenazas de muerte. A nivel directivo, comenzaron las disensiones internas que pueden apreciarse perfectamente en el documental “Barça Confidencial”.
El segundo año, comenzaron los éxitos deportivos en el fútbol.
El Barça recuperó la liga tras seis años en blanco, aunque los escándalos en la directiva y en el organigrama del club fueron constantes. Tanto en el nombramiento de Valero Rivera como director general de las secciones profesionales, como al descubrirse la ideología política de su cuñado
y nombrado directivo del Barça, Alejandro Echevarría, presidente de la Fundación Francisco Franco.
Al finalizar esa campaña, el vicepresidente Rosell y otros cuatro directivos presentaron su dimisión de la junta. Estas renuncias acarrearon polémica, y tras un dictamen judicial, acabaron provocando que hubieran de convocarse elecciones un año antes de lo previsto, en 2006. Estas coincidieron con otro año arrollador del Barcelona en lo futbolístico, capaz de conseguir Liga y Champions League. En esos comicios nadie osó plantar cara a Laporta y no hizo falta celebrarlas al ser candidato único.
Pero l
as cosas se torcieron en el segundo mandato. Pese al enorme gesto de brindar la camiseta a Unicef, y no solo no recibir dinero, sino contribuir con 1,5 millones de euros anuales a la fundación de Naciones Unidas para la Infancia, las peleas internas en el vestuario y la incapacidad de Rijkaard para reconducirlo dilapidaron el crédito del Campeón de Europa. A principio de temporada soñaba con alcanzar 7 títulos (los 6 oficiales y la Copa Cataluña) pero el batacazo fue mayúsculo. Derrotado en la Supercopa de Europa frente al Sevilla y en el Mundialito frente al Internacional de Porto Alegre, fue eliminado en la Champions por el Liverpool, en Semifinales de Copa del Rey tras perder en Getafe por 4-0 y desperdició su ventaja en Liga para ser superado por el Real Madrid en las últimas jornadas. Pese al amplio número de refuerzos (Henry, Touré, Abidal, Gabi Milito) el equipo no reflotó en lo deportivo.
Los aficionados incluso pidieron su dimisión tras ser derrotados por el Real Madrid en el Camp Nou. El hastío llegó a tanto que se logró reunir las firmas suficientes para celebrar una moción de censura. El escándalo en lo deportivo no era el único. Muchas voces
exigían saber la vinculación que existía entre Laporta y el Presidente-Tirano de Uzbekistan, Islom Karimov.
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Laporta con el Presidente uzbeko Karimov |
La directiva de Laporta logró retrasar la celebración de la moción de censura donde se examinaría su confianza hasta el verano de 2008, y pese a triunfar el sí, no alcanzó el 66,6% por ciento necesario para provocar la caída de Laporta. Pese a que el presidente continuó en el cargo, tres de los cinco vicepresidentes dimitieron y les acompañaron otros cinco directivos. La junta quedaba sin el número de miembros necesarios y costaba encontrar gente dispuesta a asumir el cargo.
Así se comenzaba la preparación de la campaña 2008-09. Rescindió tras cinco años el contrato de Rijkaard y apostó por Pep Guardiola, al que habían dado entrada en el club pese a que en el pasado apoyó la candidatura de Bassat. Se anunció el fin de la etapa de Ronaldinho, Deco y
Etoo (aunque el camerunés, finalmente no saldría y se convertiría en pieza fundamental del equipo). Y la apuesta resultó un autentico éxito. Tras perder en Soria y empatar en casa frente al Racing, el Barcelona se convirtió en un equipo imbatible.
Apostó por la cantera, ganó la Liga de manera aplastante, coronada con un 2-6 en el Santiago Bernabeu, la Copa y alcanzó su tercera Champions League al vencer por 2-0 al entonces campeón Manchester United. Los éxitos prosiguieron el año siguiente, pese a quedarse con la miel en los labios de repetir Champions en el Bernabeu.
Sin embargo, ante la inminencia del fin de su mandato, improrrogable tras dos mandatos prosiguieron apareciendo escándalos extradeportivos.
SOLIDARITAT POR LA INDEPENDENCIA
Pese a vincularse a diferentes siglas desde hacia tiempo, Laporta decidió liderar su propia formación, Solidaritat Catalana por la Independencia y encabezarla en la circunscripción de Barcelona. Su principal propuesta, y prácticamente la única era la de presentar un proyecto de segregación de Cataluña de España y convertirlo en el cuarto Estado más desarrollado de Europa. El partido rehuía de otros debates sobre izquierdas o derechas u otras consultas. Todo su programa quedaba cimentado bajo esta premisa. Y su notoriedad caló. Más de 100.000 votos lograron que sus siglas alcanzasen los 4 diputados y que Laporta esté presente en el Parlamento. Ahora ya empieza a fijar nuevos objetivos. Y es que la carrera política de Laporta, de apenas 48 años, todavía parece tener un amplio recorrido.