viernes, 4 de marzo de 2011

Silvio Berlusconi


Lo siento, no se me ocurre nada más que añadir al título que su nombre.

Es imposible concentrar con extensión todo lo que rodea la figura de Silvio Berlusconi. Primer Ministro de Italia en 1994 y 95, entre 2001 y 2006 y desde 2008 hasta hoy en día, pese a la cantidad de juicios pendientes que rodean su figura. Anteriormente, nacido en una familia modesta y tras empezar a ganarse la vida como cantante en cruceros, Berlusconi fue tejiendo una increíble red de negocios y empresas con notable éxito en diversos sectores (desde canales de televisión, editoriales, pasando evidentemente por asuntos inmobiliarios) que también crecieron fuera de Italia en otros países europeos. Pese a las dudas, escándalos, citaciones judiciales, el entramado Berlusconi le catapultó hasta convertirse en el hombre más rico de Italia, y en las últimas listas Forbes figuraba en torno al 70 del mundo. Para completar el impresionante holding, el guiño deportivo. Berlusconi añadió a sus propiedades, la del equipo de toda su vida, el Milán. Desde el momento en que se ejecutó la compra, febrero de 1986, "Il Cavaliere" asumió la presidencia del club, y solo unas incompatibilidades con el cargo de la Primer Ministro le apartaron de la Presidencia en 2005. Al recuperar el poder, abolió la norma y regresó a la presidencia de su equipo de fútbol. Son ya 25 años...


Pese a su apariencia física, Berlusconi cuenta ya con 74 años, y tratar de resumir y detallar todos sus negocios, visitas al juzgado, anécdotas, cambios en la legislación desde el poder en su propio beneficio resulta sobredimensionado para este blog. Así que nos centraremos en sus vinculaciones futbolísticas, que sin duda influyeron en su posterior carrera política. Y es que, y cito textual de ADNFútbol porque me ha encantado el párrafo:
"comprar un popular equipo de fútbol puede ser una buena idea para obtener prestigio y, sobre todo, protagonismo. Muchos multimillonarios árabes o estadounidenses se dan cuenta ahora; Berlusconi, las cosas como son, lo hizo hace veinticuatro años".
Y es innegable que la entrada de Berlusconi vino bien al Milán. Entre 1980-86, el cuadro rossonero atravesó una época convulsa, conocida incluso como "los años difíciles", convertido en un equipo ascensor, implicado en escándalos que sacudían a gran parte del Calcio. Todo esto acabó con la Presidencia de Farina y Berlusconi, asumió la sucesión y adquirió la propiedad del equipo milanés. Llegó con dinero y con una actitud triunfadora que quería devolver al Milán la grandeza de antaño (el equipo había sido incluso Campeón de Europa en dos ocasiones). Y las cosas salieron bien de inmediato.

El ex corresponsal en Italia de EL PAIS, Enric Gonzalez quien recordaba en 2004 como fue el desembarco de Berlusconi en un Milán "que atufaba a Segunda división y a quiebra" y como la presentación se hizo con helicópteros y la marcha de las valkirias a todo volumen por megafonía, como se reservaban hoteles de lujo para las concentraciones... Algo cambiaba en un club en momentos bajos. 

En la primera campaña al frente desde el inicio (87-88), confió el banquillo a Arrigo Sacchi, en una apuesta arriesgada y que granjeaba dudas, pero "Il Cavaliere" fue hasta el final con Sacchi y el Milan disfrutó de uno de esos estilos de juegos revolucionarios que sientan época y que pasan a la historia. Una fortaleza como bloque, trabajador, empleando la presión en todo el campo y una utilización poco habitual del fuera de juego en materias defensivas sorprendieron rápidamente. Y encima sirvieron para derrotar al Napoles de Maradona, campeón el año anterior. Con los nombres del trío holandés (Van Basten, Gullit y Rijjkard), con defensas que pasaron a la historia (Baresi, Costacurta, Tassoti) y con ese modelo que asombraba al mundo, Sacchi y los suyos seguirían creciendo y levantarían la Copa de Europa de 1989, permitiéndose incluso aplastar al Real Madrid con un sonrojante 5-0 en semifinales.

La máquina de Berslusconi funcionaba, pese a ir modificando algunos valores del club. De nuevo hay que recurrir a Enric Gonzalez el primero que reflexionó acerca de que anteriormente, muchos equipos del norte de Italia eran vinculados con la izquierda política y se dividían en las ciudades ("En Turín, el Juventus era de derechas y el Torino, de izquierdas. En Milán, el Milán se consideraba progresista y el Inter, conservador. En Roma, el Lazio atraía a la ultraderecha (Mussolini era tifoso) y el Roma, a los comunistas. El Bolonia y casi todos los toscanos, como el Livorno, tendían a la izquierda. Ascoli, Verona, Padua y Triestina eran percibidos como neofascistas"). Berlusconi se encargó de enterrar ese aspecto ideológico de su club, e incluso en la final de la Champions de 1989, que enfrentaba al Milán frente al Steaua de Bucarest del otro lado del Muro, dijo aquello de "he rezado para que pierdan los comunistas". El resultado de 4-0 mostraba la superioridad del cuadro italiano.

El año siguiente, pese a escaparse el Scudetto en beneficio del Napoles. el Milán siguió asombrando en la Copa de Europa, y levantaría el título por segunda vez consecutiva. Tras dejar en la cuneta a Real Madrid, Bayern Munich o al Benfica en la final. Y en la 90-91, con el sueño de alcanzar una tercera "Champions" consecutiva, el Milán, quizá en semejanza al carácter de su dueño pondría fin a esta gloriosa etapa de Sacchi. En cuartos de final, enfrentándose al Olympique de Marsella, y tras no haber pasado del empate a 1 en la ida, el Milán perdía 1-0 en el Velódromo. A poco del final, y con el Milán atacando, se produjo un apagón en uno de los focos del estadio. Cuando se reparó, el Milán, convencido de tratarse de una acción intencionada, se negó a regresar al terreno de juego y la UEFA decidió sancionarle sin poder participar en competiciones europeas al año siguiente. En la Liga, el equipo fue segundo, superado por la Sampdoria, y Sacchi decidió dimitir. Pese a eso el bagaje de Berlusconi en su primer lustro era increíble, cogió a un equipo ascensor y lo había situado como el más grande de Europa.

Después de eso, el cuadro italiano ha atravesado por altibajos, momentos de esplendor con otros de dudas. Comenzó con otro técnico de prestigio, Capello, capaz de levantar el título sin perder un solo encuentro, y que lograría cuatro scudettos. Además, seguiría siendo temible en Europa. Alcanzaría la final bajo el nuevo formato de Champions League frente al Marsella en el 91 y levantaría el título en el 94 frente al Barcelona de Cruyff por 4-0. Después de eso Tabarez, Terim, Cesare Maldini, los retornos de Sacchi y Capello, Zacheroni, infinidad de entrenadores... Hasta que de 2001 a 2009, el banquillo lo ocuparía Carlo Ancelotti, otro ex jugador de la casa, que levantaría dos nuevas Copas de Europa que situarían al Milán con 7, únicamente superado por las 9 del Real Madrid como máximo campeón de Europa. 

Pese a eso, los escándalos tampoco han desaparecido con respecto al Milán. Implicado en el Calciopoli, que conllevó el descenso de la Juventus y la sanción a otros tantos equipos italianos.

Ahora, sin saborear un título desde 2008 (curiosamente desde el regreso de Berlusconi al cargo de Primer Ministro en Italia) el Milán atraviesa una época de vacas flacas. El poderío del Calcio está decreciendo (incluso podría perder una plaza de Champions en beneficio de la Bundesliga) y la plantilla del Milán, se ha asemejado en los últimos años a un cementerio de elefantes que acoge a ex extrellas veteranas incapaces de plantar cara en Europa. El bagaje de Berlusconi con 25 años al frente, es francamente positivo, aunque se percibe cierto hartazgo de su figura, tras tantos. Además, inevitablemente inseparable, como le sucede con sus escándalos políticos, su imagen ya solo produce o defensa pasionaria o un desprecio incontrolable. No existe termino medio. Su plataforma desde el púlpito del fútbol, también produce agotamiento. El último episodio, cuando se trató de retrasar la publicación del fichaje de Kaka por el Real Madrid para que no le perjudicase electoralmente en 2008.
Y es que es muy difícil separar a un hombre que concentra tantas facetas bajo su figura. No pueden entenderse unas sin otras. Recientemente, celebraba en febrero la conmemoración de 25 aniversario de acceso a la presidencia del Milán, y su equipo mostró una camiseta que incluía su firma. En este tiempo su palmarés futbolístico es envidiable con 5 Copas de Europa y 8 Ligas italianas, junto a otras tantas Copas, Supercopas tanto europeas como locales y 3 campeonatos intercontinentales. Sus actuaciones políticas, declaraciones, enfrentamientos con la justicia, siguen sorprendiendo a los que no vivimos en Italia. Pero "Il Cavaliere" y sus desmanes provocan admiración en unos que le mantienen su fidelidad, no solo electoral, mientras que otros no pueden comprender el apoyo que obtiene un hombre salpicado continuamente por escándalos, que modifica la legislación en su propio beneficio, se declara en rebeldía y arremete dialecticamente contra diversos colectivos. El caso es que el que fuera hombre más rico de Italia, presidente del segundo equipo más galardonado de Europa y el Primer Ministro que más tiempo ha ostentado el cargo desde la creación de la República Italiana promete seguir dando que hablar en todo los ámbitos donde toma parte. Y, si algo se sabe, es que Berlusconi no abandona. Ni en político, ni en finanzas, ni, por supuesto, en el fútbol.

2 comentarios:

  1. Mil anos de mil prostitutas menores de edad podrán amar a este oligarca payaso, pero yo no.

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