lunes, 23 de agosto de 2010

La patada de Boban que simbolizaba el inicio de la guerra en Yugoslavia



El pasado mes de mayo se cumplieron 20 años de uno de los gestos más simbólicos en el fútbol de los Balcanes. Yugoslavia, todavía unida bajo un solo Estado que se desmembraba asistía a varios cambios políticos. El derrumbe del comunismo en la URSS dejó muy tocado el sustrato ideológico del régimen, que derivó en un nacionalismo serbio a ultranza. Las pequeñas naciones que conformaban el engranaje estatal quisieron desligarse, sobretodo Croacia y Eslovenia, mientras Serbia trataba de mantener la unidad con un solo partido y con el control del Ejercito. La situación se tornaba insostenible, sobre todo al celebrarse elecciones en las repúblicas que daban mayoría a los partidarios de la independencia. En Croacia había vencido el independentista Tudjman y ahora ostentaba la presidencia de la región.

En mayo de 1990 se disputó uno de los encuentros más importantes en el campeonato yugoslavo. El derbi entre el Dinamo de Zagreb, croata, y el Estrella Roja de Belgrado, serbio. 3000 hinchas del Estrella Roja se desplazaron a Zagreb a animar a su equipo, liderados por un todavía desconocido Zeljko Ranatovic, alias Arkan, y que luego alcanzaría fama y renombre y seria investigado por crímenes de guerra. Durante el encuentro, que si habitualmente ya era de alto riesgo, subió un grado más, los hinchas del Dinamo de Zagreb, conocidos como los Bad Blue Boys empezaron a cantar el himno nacional croata. Entre los serbios del Estrella Roja se contestó con otros cánticos hirientes y esto desembocó en una batalla campal arrancando sillas y mobiliario del estadio y arrojándolos hacia la afición rival, mientras la policía no se decidía a intervenir. Hasta que la barrera de separación entre aficiones se rompió y el enfrentamiento pasó a mayores con más de 100 heridos por arma blanca.

La policía federal yugoslava, bajo control serbio, decidió tomar parte fijando sus miras en los aficionados croatas y empleándose con violencia contra ellos. La mayoría de jugadores decidieron retirarse al vestuario ante el negro panorama. Pero uno de los que se quedó en el campo fue Boban, que ya era una figura famosa en el mundo del fútbol por sus buenas actuaciones con la Selección y con su club, además de liderar a la incipiente generación en las categorías inferiores que venció en el Mundial Juvenil de Chile 1987. El jugador, al ver como un policía se cebaba con un aficionado del Dinamo, emprendió la carrera y propinó una patada desde el aire al policía que cayó derribado.

Toda Yugoslavia que permanecía atenta al encuentro por televisión fue testigo de la acción de Boban, que automáticamente quedó ascendido como uno de los iconos del nacionalismo croata. El policía al que agredió, que resultó ser un bosnio-musulmán, perdonó públicamente años después al futbolista y dijo entender su reacción. La Federación de Fútbol decidió establecerle una dura sanción que le impidió participar en el Mundial de Fútbol de Italia 90 todavía bajo la bandera unificada de la República Federal Yugoslava. Apenas un año después, el conflicto ya no seria entre aficiones de equipos sino entre naciones, convirtiéndose en la mayor guerra en suelo europeo desde la II Guerra Mundial...

Boban, que después emprendió una brillante carrera con la Selección Croata y sobre todo con el Milán plagada de títulos, éxitos y reconocimientos añadió después del incidente:

"Ahí estaba yo, una cara pública dispuesta a arriesgar su vida, carrera, la fama y todo lo que podía haber traído, todo por un ideal, una causa, la causa croata".

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