miércoles, 11 de mayo de 2011

Leyendas futbolísticas de Ceaucescu (I): La dictadura del Steaua de Bucarest y Duckadam, el héroe de Sevilla

HISTORIAS DEL ESTE
En un régimen tan hermético como el que dirigía Ceaucescu en Rumanía entre 1965 y 1989, cualquier afirmación debe ponerse, cuánto menos con el carácter de dudosa. Con el tiempo han ido apareciendo documentos clasificados, informaciones, textos que desenmascaran un poco la figura del político comunista que lideró Rumanía con mano firme y que acabó ejecutado por su propio pueblo. Como, en otros países, el fútbol no escapaba al dominio del régimen. Las victorias eran grandes hazañas patrioticas, las derrotas humillaciones injustificables. No sabremos que punto tienen de verdad estas historias que vinculan el deporte rey con su dictadura pero permanecen en boca como una parte del legado del dictador.

DUCKADAM ¿DE HÉROE A REPRESALIADO?


Helmut Duckadam, "el héroe de Sevilla", una de las pesadillas del FC Barcelona cuando en la Final de la Copa de Europa de 1986 detuvo 4 lanzamientos de penalty que consiguieron que el Steaua de Bucarest se alzase con el título más importante de Europa, en una final que parecía destinada a que el Barcelona lograse su primera Champions y con un desplazamiento masivo a Sevilla. Pero el portero rumano se interpuso, y el Steaua se convertiría en el primer equipo del Este en conseguir proclamarse Campeón de Europa. Pese a ser el héroe de la final, ha surgido una negra leyenda sobre una trombosis que le impidió continuar después con éxito su carrera futbolistica. Según parece, tras el triunfo, Ramón Mendoza, presidente del Real Madrid, y que fue uno de los empresarios pioneros en establecer relaciones comerciales con la URSS y sus países satélites a partir de los años 60, pese a la enemistad evidente entre el régimen franquista y el soviético, decidió recompensar al héroe de Sevilla con un flamante automovil Mercedes. Esto no agrado a Valentin  Ceaucescu, hijo del Gobernante y directivo del club rumano que quería contar con ese nuevo lujo en su haber y reclamó el premio para sí, algo a lo que Duckadam se negó. Entonces la policía política por orden del  hijo del dictador rompió todos los dedos de la mano al portero y truncó una carrera que se mostraba en su momento más dulce. Duckadam siempre ha negado esta historia y Ramón Mendoza tampoco podrá responder sobre si ofreció ese premio al guardameta, el caso es que esa sombra se extiende sobre el regimen y las envidias de Ceaucescu que no dudaría incluso en apartar a su "héroe" si no se plegaba a sus deseos.


LA DICTADURA DEL STEAUA
Y es que el dominio del Steaua durante el gobierno de Ceaucescu es incontestable. En 24 años de gobierno, el equipo de Bucarest conseguiría la friolera de 17 Ligas y 14 Copas. Por supuesto algo tendría ese equipo para proclamarse Campeón de Europa en 1986 o Subcampeón en 1990 siendo derrotados por el Milán, pero existen abundantes sospechas sobre bastantes de esos méritos en el ámbito nacional. Como que había fichajes que se imponían desde las más altas instancias del Estado. No se permitía a los grandes futbolistas firmar por conjuntos extranjeros, y el Steaua tenía capacidad para reforzarse como lo viera conveniente. Así fue como en 1986, un joven Gheorge Hagi de 22 años, que pronto recibiría el apodo del "Maradona de los Cárpatos" y que llevaba ya un par de campañas destacando en el modesto Sportul sería "contratado" por el Steaua por un período de 10 días para disputar la Supercopa de Europa frente al Dinamo de Kiev. Fue el autor del gol de la victoria que reforzaba el prestigio del Steaua en Europa y esos 10 días se convirtieron en 4 años convirtiéndole posiblemente en el mejor jugador de la historia de Rumania. Y además, con la caída de Ceaucescu, se permitió que pudiera mostrar su nivel en ligas más poderosas, pasando por España, Italia o Turquía.

Pero si los triunfos en Europa, en principio, quedan libre de sospecha puesto que el margen de influencia era menor, los campeonatos locales si ofrecen más dudas. Tan solo el Dinamo de Bucarest lograba, en ocasiones, plantar algo de cara al dominio del Steaua. Aunque las presiones por parte de Valentin Ceaucescu autentico forofo del equipo eran habituales, y la sospechas de que los equipos rivales no mostraban la máxima intensidad por temor a las consecuencias que podía desencadenar irritar al Gobierno han sido narradas en varias ocasiones. Pero el episodio más grave fue el que se protagonizó durante la final de Copa de 1988. El partido se acercaba a su final con empate a 1 en el marcador y en el minuto 88 el Steaua convertía un segundo tanto pero que resultaba invalidado por el árbitro. No conforme Valentin Ceaucescu ordenó a "su" equipo retirarse. Se prohibió a los medios publicar cualquier información del resultado y se estableció un plazo de 48 horas, en el que la Federación Rumana de Fútbol apareció para explicar que el partido había concluido por 2-1 y por tanto el Steaua se alzaba con el título. Además suspendía al árbitro por haber realizado gestos que originaban confusión en el público. El resultado se validó en un despacho favorable hacia el equipo del régimen.  

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