miércoles, 28 de enero de 2015

Rein Boomsma, líder de la resistencia neerlandesa que falleció en un campo de concentración alemán



Esta foto corresponde al primer encuentro internacional que disputó la Selección de fútbol de los Países Bajos. Frente a Bélgica en 1905. Y el encuentro finalizó con una contundente victoria en Amberes por 1-4. En el centro de la fotografía, en la fila de abajo emerge la figura de Rein Boomsma. Un interior derecho que se mostraba en el Sparta de Rotterdam. Sería uno de los once que formarían la primera alineación de la historia de la escuadra naranja, así como en la devolución de la visita de los belgas a Rotterdam que también concluyo con victoria holandesa.

En ese principio de siglo, el fútbol era todavía un deporte incipiente, de carácter aficionado y mientras Boomsma lo empleaba como ocio, a la vez que estudiaba en la escuela secundaria y desarrollaba su carrera militar, (se alistó como voluntario en el Ejército, en el 1ª Regimiento de Infantería de Assen en 1898 con apenas 22 años). Pese a esta dedicación, Boomsma continuó en activo en el fútbol hasta 1907. De hecho, en los duelos internacionales frente a los belgas, era el jugador de mayor edad del equipo. Tras colgar las botas, sería nombrado miembro de honor del club. Aún así, su conciencia y voluntad nacionalista ya era patente y así lo mostraba como militar y como futbolista. En 1899, un partido entre su club, el Sparta y el campeón holandés, el RAP de Amsterdam se empleó para recaudar fondos para apoyar a los neerlandeses en la segunda guerra de los boers frente a los británicos. Boomsma hizo el único tanto de un encuentro que obtuvo una donación  de más de 1200 florines.

Tras dejar el fútbol, ahora sí, Boomsma continuó su carrera militar. En 1936,  ya tenía el rango de coronel y estaba al frente de la guarnición de Appeldorm y ocupaba la comandancia en el distrito oriental de los Países Bajos. Al comenzar la II guerra Mundial fue movilizado de inmediato. Estuvo al frente de la defensa de Rotterdam cuando fue atacada por las tropas alemanas, y tras caer la ciudad regresó a Appeldorm donde fue uno de los fundadores y de los dirigentes del Departamento del Orden, la unidad clandestina que dirigía la resistencia holandesa en la región y trataba de mantener el contacto con el gobierno en el exilio que se había refugiado en Londres. Debido a estas actividades fue encarcelado tres veces e interrogado en abundantes ocasiones por la Gestapo. La primera vez del 28 de marzo de 1941 hasta el 19 de enero 1942 en Scheveningen. La segunda vez desde el 21 de marzo 1942 hasta el 16 de mayo de 1942, de nuevo en Scheveningen. La tercera y última vez desde octubre de 1942, primero encarcelado en Utrecht, luego fue trasladado a Vught y finalmente al campo de concentración de Neuengamme cerca de Hamburgo, donde murió el 26 de mayo 1943 con 63 años. Curiosamente el campo en el que uno de sus mandamases era Otto Harder, otro ex futbolista que al acabar el conflicto sería condenado por crímenes de guerra y que no se apiadó de su compañero holandés. 

sábado, 24 de enero de 2015

Otto Harder, el delantero criminal de guerra nazi


El nombre de Otto Harder pudo haber pasado a la historia como uno de los grandes jugadores del Hamburgo. Un delantero gigantón de metro noventa, no exento de velocidad y con facilidad para hacer goles. Con apenas 16 años ya hacía su debut en la máxima categoría de Alemania en las filas del Eintrach Braunschweig. En 1913 daría un salto en su carrera al ser contratado por el Hamburgo. Y siguió mostrando sus condiciones. Tanto que ese mismo año, con apenas 22 se convertía en internacional absoluto con la Selección Alemana. 

Pero en 1914, el estallido de la I Guerra Mundial le hizo detener su carrera deportiva. Decidió alistarse inmediatamente en el Ejército e ir a luchar por Alemania. Combatió con esmero y recibió diversas condecoraciones. Aún así, Alemania y sus aliados salieron derrotados y tuvo que afrontar las durísimas condiciones del Tratado de Versalles.

Harder, volvió al Hamburgo y continuó con su capacidad goleadora. El conjunto además experimentaría mejores años. Saldría campeón en dos ocasiones en 1923 y 1928. Regresó a la Selección con la que lograría unos registros de 14 goles en 15 encuentros internacionales y luciría el brazalete de capitán. Su rostro era uno de los más populares en Alemania. Talentoso deportista, héroe de guerra. Se componían canciones y se rodaban películas inspiradas en su figura. Su rostro se empleaba como reclamo publicitario... También tuvo alguna decepción. Pese a que sus números seguían siendo elevados y su tremenda popularidad, en 1928 no fue seleccionado para integrar el equipo alemán que participaría en los Juegos Olímpicos de Amsterdam. En 1931, apuró sus últimos pasos futbolísticos firmando por el Victoria Hamburgo, otro de los equipos de la ciudad, antes de colgar las botas con 41 años.

Era 1933. Y la endeble República de Weimar sucumbía ante el empuje de Adolf Hitler y el Partido Nazionalsocialista alemán. Y Harder era uno de sus muchos simpatizantes. Se afilió en 1932, y al dejar el fútbol ingresó en las SS, realizó el servicio militar y comenzó su carrera al servicio del III Reich. Una función muy diferente a la futbolística. 

Pero su compromiso con el nazismo fue inquebrantable. Y así alcanzó el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Pese a que solicitó combatir en el frente, permaneció en Alemania. Fue destinado en primer lugar como guardia del campo de concentración de Sachsenhausen, a 35 km de Berlín. Después, fue trasladado al campo de Neuengamme en Hamburgo, donde mantenía su figura de ídolo. Y su labor resultó destacada de cara a los oficiales nazis. En 1944, Harder llegó a alcanzar el rango de Hauptscharführer de las SS en el campo. Una equivalencia a jefe de pelotón. Y en 1945 sería nombrado Untersturmführer, el cargo más alto en la SS con una equivalencia a teniente, y por tanto de oficial en el Ejército. Pero el final de la Guerra y la derrota alemana se encontraba próximo.

El campo de concentración resultó liberado por tropas británicas en mayo de 1945 y Harder resultaría detenido a los pocos días. Un año después, sería llevado a juicio junto a otros comandantes de Neuengamme. La mayoría fueron sentenciados a muerte. Al ex futbolista, se consideró que no tenía mando sobre las atrocidades cometidas, y recibió una condena de quince años de cárcel por crímenes de guerra que finalmente fue reducida a diez. A lo largo del proceso, Harder no mostró ningún arrepentimiento ni alejamiento de la ideología nazi. Finalmente falleció en 1956 a los 63 años siendo homenajeado por el Hamburgo.

En 1974 con la disputa del Mundial en la República Federal Alemana, el Estado de Hamburgo le incluyó entre los mejores jugadores de la región y como ejemplo a seguir. Pero finalmente, la selección fue editada y Harder fue eliminado, al considerar como poco ejemplarizante a un criminal de guerra que pasó seis años como vigilante y oficial de diversos campos de concentración en los que fallecieron un amplio número de personas.

miércoles, 21 de enero de 2015

Walter Tull, el futbolista que se convirtió en el primer oficial negro de Gran Bretaña

Hace poco se cumplía y conmemoraba el inicio de la I Guerra Mundial. La Gran Guerra que devastó Europa y le hizo perder su condición de potencia mundial. El conflicto se estima que se llevó la vida de 10 millones de personas a los que unir un innumerable número de desaparecidos, mutilados, heridos y personas que jamás pudieron continuar sus vidas. Muchas historias que merecerían ser contadas y destacadas. Pero posiblemente, la que resulta más interesante para este blog sea la que representa Walter Tull. Un autentico pionero que fue derribando diversas barreras raciales hace ya 100 años.

Primero como deportista. Walter Tull había nacido en una ciudad de Kent, al sureste de Inglaterra. Su abuelo había sido un esclavo africano llevado a América. Su padre nació en Bárbados y decidió emigrar al Reino Unido para ganarse la vida como carpintero. Y allí nació en 1888, Walter Tull, y sus cinco hermanos. Pero Tull muy de joven comenzó a recibir importantes golpes. Su madre falleció de cáncer. Su padre volvió a casarse y de hecho, proporcionó una hermanastra más, pero a los pocos meses el padre también fallecía. Con la perdida de sus progenitores. Tull y varios de sus hermanos en edad escolar ingresaron en un orfanato en Londres y ahí tuvo que empezar a hacerse un hombre sin más ayuda.

Y ahí fue donde emergió el fútbol, que comenzaba a crecer a pasos agigantados, por supuesto en Inglaterra, pero también comenzaba a popularizarse en el resto de Europa. Tull tenía condiciones como delantero y una amplía facilidad con el gol. Empezó a destacar en conjuntos amateurs, principalmente el Clapton FC, con el que obtendría varios títulos de aficionados. Y finalmente, las ofertas profesionales comienzan a rondarle. Él se inclina por una del Tottenham Hotspur. Estamos en 1909 y Tull tiene 21 años. Al debutar con el equipo londinenses, Tull se convierte en el segundo jugador negro en jugar en la máxima categoría inglesa. Sin embargo, este condicionante racial en un deporte mayoritariamente de blancos le convierte en uno de los focos de las gradas rivales. Insultos, desprecios, comentarios hirientes... 2 goles en 10 apariciones son su bagaje en los Spurs, antes de empezar a perder protagonismo. En 1911, pasa a las filas del Northampton Town, también de la primera división, y con el que permanecería tres campañas más y disputaría más de 110 encuentros ligueros. Según se publica, Tull tiene un acuerdo con el Glasgow Rangers para la próxima temporada. Pero el inicio de la I Guerra Mundial altera los planes, y en diciembre de 1914 decide alistarse en el Ejército.

Se le destina al Regimiento Middlesex y la guerra le hace dar el salto a Europa, tomando parte en hasta seis batallas a lo largo de los años que dura el conflicto. En la batalla de Ancre en noviembre del 16 (considerada inicio de la primera batalla del Somme), en Messines en junio del 17, en la batalla de Passchendaele entre julio y noviembre del 17, acudiendo también a la ofensiva de Menin Road Ridge ese septiembre . En 1918 en marzo tomará parte en la segunda batalla del Somme y ahí es donde resultará herido de muerte. Su cadáver se perderá en el conflicto y jamás será recuperado. Antes de esto, Tull, a base de sus acciones había ido promocionando en las Fuerzas Armadas. El inicio en la batalla del Somme ya le valió el ascenso a sargento. Y en mayo de 1917, era ascendido a subteniente. Pese a que el código militar prohibía que un negro o mulato alcanzase el rango de oficial, los méritos y acciones del futbolista le valieron para alcanzar ese escalafón. Se convertía en el primer oficial de raza negra del Ejército británico. De nuevo Tull derriba otra barrera como le había sucedido en el fútbol.

Ahora su nombre y su historia ya figuran como posible para ser llevado al teatro o al cine. Algunas voces reclaman que se le conceda la Cruz Militar a título póstumo. De momento, este año, la Fabrica de la Moneda incluyó su rostro entre la tirada conmemorativa del primer centenario de la Gran Guerra. 

domingo, 18 de enero de 2015

Ciudadano Fernando Navarro

España afronta 2015 como su año más activo electoralmente. Municipales y autonómicas en mayo, Generales a final de año, Elecciones catalanas en septiembre... Desde luego este año va a tocar acercarse al colegio electoral más que nunca. El bipartidismo se tambalea irremediablemente, sectores que normalmente no se animaban a votar parecen dispuestos a hacerlo, cansados del clima de corrupción y de la pésima situación económica en la que nos hayamos. Pero, sorprendentemente, últimamente se está viendo a futbolistas mojarse y hacer públicas sus opciones de voto, algo que prácticamente se había perdido en las últimas décadas.

Hace unos meses, publiqué las declaraciones por Twitter del internacional Roberto Soldado en las que arremetía contra Pablo Iglesias. Después le siguió el análisis político de primer nivel de Joaquín en 13Tv "Nos quieren quitar de comer gambas y jamoncito, ¿que carajo vamos a hacer?" sobre el mismo partido. Ayer, y posiblemente tenga mucho menos eco en la prensa, el que se sumó a mostrar sus simpatías políticas fue Fernando Navarro. Dos sencillos tuits en los que felicitaba directamente a Albert Rivera, líder de Ciudadanos que había participado en el programa la Sexta Noche.

Me encontré los tuits por casualidad, no creo que vayan a tener mucha repercusión en la prensa. Ni Ciudadanos es Podemos (un futbolista de izquierdas siempre levanta más polvareda...), ni Fernando Navarro, pese a ser internacional y capitán del Sevilla, es bastante menos mediático que Joaquín o Soldado. Afortunadamente sigo su cuenta. Desde su etapa en el Mallorca, Fernando Navarro se ganó mi simpatía. Llegó tras haber debutado en el Barça con Rexach, haber jugado mucho con Van Gaal y verse frenado en seco por una rotura del ligamento. Tras una cesión en el Albacete, recaló con 23 años en el Mallorca para hacerse el dueño indiscutible del lateral izquierdo. Primero llegó cedido y mostró un nivel altísimo y el Mallorca se hizo con su propiedad rápidamente consciente de su potencial. En esos tres años, ni rastro de la lesión. Fernando Navarro apenas se perdió ocho partidos por sanciones, anotó tres goles y su nivel fue increíble. El resto lo jugó todo. Y en 2008, Luis Aragonés, que buscaba lateral izquierdo para la Selección Española lo incluyó en la lista de 23 jugadores que ganaría la Eurocopa de Austria. Suplente de Capdevila, Fernando Navarro jugó el tercer partido contra Grecia. Por entonces, se sabía ya que dejaba el Mallorca y recalaría en el Sevilla, por un traspaso cercano a los 5 millones de euros.

Y desde entonces allí permanece. Del Bosque se olvidó de él en las convocatorias internacionales, y en Sevilla en estos años sí ha tenido más competencia y ha sido golpeado por las lesiones pese a que a lo largo de estos siete años sigue siendo uno de los futbolistas más utilizados. También ha engrosado su palmarés con la Copa del Rey de 2010 o la Europa League de 2014. Ahora, desde Sevilla, a los 32 años parece haber dejado claro con que ideas simpatiza. Desde aquí nada más que desearle suerte. Por su etapa en el Mallorca y por atrever a mojarse.