jueves, 16 de octubre de 2014

La encrucijada nacional de Piqué

En España se encuentran dos de los movimientos nacionalistas más fuertes de Europa. El País Vasco y Cataluña todavía no encuentran acomodo en el Estado Español. Salvo los periodos de Patxi López y de Maragall-Montilla, los Gobiernos Autonómicos han tenido siempre colores nacionalistas, y la demanda de poder competir con Selecciones Nacionales propias a nivel deportivo, a imagen de lo que sucede en el Reino Unido, es una reivindicación constante desde hace años. 

De momento, ante la imposibilidad de hacerlo, jugadores vascos y catalanes siguen optando por defender la camiseta de la Selección Española. En parte por obligación, como refleja la Ley del Deporte, en parte por conveniencia profesional, y por supuesto, porque el Seleccionador de turno ha decidido seguir contando con ellos. En España, el deporte en general, pero indudablemente el fútbol sigue siendo la mejor explotación de patriotismo y el mejor coto para levantar ídolos. Jugadores que se hayan bajado de ese carro, se cuentan con los dedos de las manos. El célebre caso del gallego Nacho en los noventa, y el del barcelonista Oleguer, aunque nunca llegó a confirmarse hasta después de su retirada deben ser los únicos casos de futbolistas que se atrevieron a decir no a ser internacionales absolutos.

En España hay figuras sagradas (Basta ver las vomitivas campañas proCasillas, o proRaúl en su día). Y aunque se sospecha (o directamente se conoce), se disimulan sus creencias e inquietudes. Figuras como Rafa Nadal, Fernando Alonso, o incluso Marc Márquez, miden prudentemente sus palabras, para no resultar perjudicados por inclinaciones políticas. A Miguel Indurain, autentico mito nacional hace un par de décadas se le acabaron ocultando e ignorando sus declaraciones a L´Equipe en las que reconocía "no tener fibra patriótica" y que él "era de Navarra, que es casi lo mismo que ser vasco". Vascos y catalanes han tenido que sortear estos jardines cuando han representado a España y no siempre, lo han conseguido.

Para no alejarnos a tiempos de Iribar o Kortabarría, o incluso de Arconada y sus medias blancas, se ve la problemática que conlleva para algunos jugadores salir bien parados. Mientras que en tenistas o jugadores de baloncesto, con amplía presencia catalana, no se han conocido simpatías separatistas (al menos de los primeros espadas), en hockey sí que ha sido un tema notorio

¿Y en el fútbol? Aparte de Oleguer, por supuesto, y de los rumores a pie de calle de algunos jugadores vascos hemos asistido a diversos ejemplos. La estelada que llevó Cesc, las banderas de Puyol y Xavi tras ganar el Mundial... Algunos con menos nombre también tuvieron su importancia. Aduriz, que siempre había reclamado la oficialidad para la Selección de Euskal Herria no dudó en incorporarse a la Selección Española. Más problemas tuvo Markel Susaeta al explicar que representaban "una cosa" en su única convocatoria en la Selección y así podríamos seguir sumando ejemplos...

Todas estas incertidumbres provocan la animadversión y directamente el odio en muchos rincones de la España No nacionalista. Susaeta lo dijo abiertamente "por culpa de los medios de comunicación le insultaban en el Bernabéu". De Oleguer directamente se decía que estaba en el Barça por sus convencimientos políticos... Al respetado Guardiola, 47 veces internacional, también se le ha criticado sus simpatías nacionalistas...

Pero la última y más recurrente figura es la de Gerard Piqué. Su capacidad era indudable. Fichado por el Manchester en edad juvenil, fue recuperado por el Barcelona en 2008. No llegó a entrar en el equipo de Luis para la Euro 2008, pero con Del Bosque y con Guardiola se consolidó como central indiscutible. Seis años después su palmarés es impresionante, 1 Mundial, 1 Eurocopa, 3 Champions, 4 Ligas... Pero su imagen y rendimiento sí se ve más tocado. Su relación y descendencia con la cantante Shakira le abalanzó a los medios del corazón. A nivel deportivo rendimiento y progresión inferior a la esperada, algunos críticas en Can Barça... Hoy mismo, sumaba ese acto que tan mal sienta entre los aficionados. Una multa y discusión con la policía estando de juerga. Y encima, el resto de España le percibe como un nacionalista catalán. Sus declaraciones ya le habían generado odios en Madrid. Aquella celebración del doblete con el "boti, boti, boti", o en la que "ellos no tenían a Bankia" para poder fichar como el Madrid. Incluso, aquella respuesta en catalán que pareció ofender a Ramos en un partido de la Selección.

Pero ahora, pese a sus intentos de explicarse, la situación de Piqué se ha agravado. Su presencia en la Diada, la creencia de borrarse de algunos partidos y por supuesto el mal momento del equipo ha servido para que se afilen lanzas en su contra. El jugador, sí que se ha mostrado partidario de realizar una consulta sobre la independencia de Cataluña, aunque no ha manifestado cuál sería el sentido de su voto, es ya uno de los señalados. Muchas voces piden a Del Bosque que no vuelva a convocarle. Y aunque algunos jugadores (incluso el propio Ramos) cierran filas, difícilmente Piqué consiga borrarse de esa etiqueta de "nacionalista, aprovechado, incoherente" o insultos más graves que pueden encontrarse.

miércoles, 15 de octubre de 2014

De nuevo el fútbol es la excusa para encender los Balcanes

Europa tuvo que superar la depresión del siglo XX. Dos guerra mundiales dejaron el continente devastado. A nivel social, económico, poblacional... Pero no solo eso, la vieja Europa que siempre había dirigido el mundo debía ceder su papel hegemónica a Washington, Moscú o incluso otras potencias emergentes. El cambio de paradigma era un hecho. Las antiguas naciones dominantes, perdían su grandeza y en ocasiones pasaban a ser meros satélites ajenos.

Europa decidió reinventarse. Se atrevió a un aventurado experimento. Su integración entre diferentes naciones. Abandonar la guerra como resolución de conflictos y crear una poderosa comunidad, derribando fronteras, dando libertad de movimientos a ciudadanos y mercancías, crear su propio mercado y moneda comunes y regirse por unas pautas comunes y unos mecanismos de solidaridad entre miembros. 

El experimento resultó durante casi 50 años. La guerra desapareció del suelo europeo y el futuro parecía esperanzador. Los conflictos se resolvían sin armas y como brillantemente acuñó Paul Auster "el fútbol fue un milagro que le permitió a Europa odiarse sin destruirse".

Pero la esperanzadora e ilusionante Unión, que había visto caer el Muro, asistía perpleja y sin capacidad de reacción al estallido de los Balcanes. Guerra, genocidio, víctimas civiles y una sensación de incapacidad mostraron las primeras carencias del ambicioso proyecto. El fútbol además sirvió como detonante definitivo con la patada que propició Boban a un policía yugoslavo en un partido entre Estrella Roja y Dinamo de Zagreb.

Miles de muertos después, consiguiendo incluso la primera intervención militar de la OTAN (algo que no se llevó a cabo ni durante la Guerra Fría) Yugoslavia daba paso a nuevos Estados pero todavía con muchas heridas y frentes abiertos entre ellos. Hoy, de nuevo el fútbol avivaba esos sentimientos.

En el partido clasificatorio para la Eurocopa 2016, en Belgrado, Serbia y Albania debían verse las caras. La UEFA, que sí tiene emparejamientos prohibidos por cuestiones políticas, no actúa igual con la exyugoslavia. Aún así era consciente del riesgo había prohibido el desplazamiento de aficionados. Pero supuestamente un pequeño grupo de albaneses residentes en Serbia accedió al estadio. Y lograron, mediante una aeronave, desplegar una bandera de la Gran Albania (que reivindica como propia la región de Kosovo) sobre el terreno de juego. Mitrovic, jugador serbio decidió retirarla con vehemencia, desatando una amplia tangana con los jugadores albaneses. El agravio se desplazaba también a la grada. Invasión de campo, bengalas, intentos de asalto. Los jugadores albaneses se retiraban entre multitud de objetos arrojados y el arbitro decidía suspender el partido. Entre los detenidos por el incidente de la bandera aparece uno de los hermanos del Primer Ministro de Albania... 

Pero como vemos, los Balcanes siguen encendidos y el fútbol de nuevo resulta una excusa idónea para despertarlo. 

lunes, 13 de octubre de 2014

Los nombres de personalidades en los estadios españoles

Sin duda es uno de los mayores homenajes que se puede aspirar. Que tu nombre bautice una calle, es un reconocimiento público y notorio, que ha destapado abundantes polémicas en muchos municipios. En el fútbol, sucede igual con los estadios. Los templos-santuarios de cada club donde congregar a sus aficionados ha sido testigo de diversos nombres. Unos simplemente responden con su nombre a su ubicación geográfica, en algunos casos comienzan a extenderse en España los nombres comerciales de patrocinadores, pero otros sí son adornados con personajes históricos a los que el conjunto rinde su particular homenaje.

PRESIDENTES DEL CLUB

Quizá el grupo más numeroso represente el de los ex-presidentes de esos equipos. Considerados engrandecedores del club o cuya aportación para afrontar la construcción del terreno de juego les hizo valedores de perdurar en la nomenclatura del mismo. El caso más conocido, posiblemente sea el caso del Real Madrid, que lleva la denominación de Santiago Bernabéupresidente del club blanco entre 1943 hasta su muerte en 1978. En ese periodo, el Real Madrid se convirtió en el club con más títulos del panorama europeo y Bernabéu fue el que se lanzó a la construcción de un nuevo estadio en los terrenos de Chamartín con capacidad para 100.000 personas. Desde 1944 se han ido sucediendo las reformas y mejoras para seguir adaptando el estadio. La última, se encuentra ahora mismo paralizada por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Pero el Real Madrid no es el único caso. Vicente Calderón, presidente del Atlético entre 1964 y 1980 y del 82 hasta su fallecimiento en el 87, da nombre al estadio que se levantó en 1966. En su caso, además también de su exitosa etapa al frente, el empresario contribuyó a desbloquear la situación del Estadio del Manzanares, al que rebautizaron con su nombre.

En Sevilla, sus dos conjuntos repiten la situación de los equipos madrileños. El Betis luce el nombre de Benito Villamarín, presidente entre 1955 y 1965, que rescató el equipo de Tercera y consiguió que el Ayuntamiento cediera los terrenos para levantar el por entonces Heliópolis, Mientras que el estadio del Sevilla se bautizó como Ramón Sánchez Pizjuán, presidente del club en dos etapas, del 32 al 42 (incluyendo por tanto, la etapa de la guerra civil) y del 48 al 56, que se interrumpieron puesto que aceptó un cargo en la Federación. Bajo su mandato, el Sevilla ganó tres trofeos de Copa y proyectó el nuevo estadio al que da nombre.

Lo mismo sucede en Elche, con Manuel Martínez Valero, presidente del equipo en los 60´y 70´, etapa en la que el equipo ilicitano vivió sus mejores años y construyó su nuevo estadio que incluso sería una de las sedes del Mundial 82. Y similar caso es el de su rival provincial, José Rico Pérez, presidente del Hércules durante trece años entre el 71 y el 84, consiguiendo la mejor clasificación del equipo con un 5ª puesto. Sufragó parte del nuevo estadio, que también sería otra de las sedes mundialistas, y luego no consiguió que se le reconociera la deuda que mantenía el club, reclamando 104 millones de pesetas sin éxito. En Tenerife, también mantiene su nombre Heliodoro Rodríguez López, presidente del equipo canario entre 1946 y 1950, y que en su gestión el equipo recuperó la propiedad del estadio y acometió importantes remodelaciones en el mismo. Y en Oviedo, el caso de Carlos Tartiere, presidente del Oviedo hasta su muerte en 1950 y a partir de ahí su nombre pasaría al del estadio, y también al del nuevo Carlos Tartiere, inaugurado en el año 2000. Para encontrar otro ejemplo, también habría que ir a Melilla, en el caso de Rafael Álvarez Claro, alcalde de la ciudad y que también ocupó la presidencia del club.

En este listado, podían aparecer presidentes destronados, que dieron nombre a sus estadios pero actualmente no... El estadio Luis Sitjar en Palma de Mallorca, permanece abandonado, y pesan sobre él diversas ordenes de derribos recurridas, tras el traslado del equipo a Son Moix. Sí que sigue en pie Mestalla, que durante un tiempo lucía el nombre de Luis Casanova, presidente ché durante 19 años en los que consiguió la primera liga del equipo valenciano y levantó el nuevo estadio. También, están los casos de Manuel Ruiz de Lopera y Teresa Rivero, que un periodo y con ellos ocupando la presidencia rebautizaron el Villamarín y el Estadio de Vallecas con sus nombres. Aunque posteriormente recuperaron sus nomenclaturas actuales. 

JUGADORES

De este listado, quizá convendría recuperar a algunos nombres anteriores. Ocuparon el palco presidencial, pero anteriormente también habían tenido etapa como jugador del club. Santiago Bernabéu fue delantero centro del Real Madrid llegando a anotar más de 60 goles con los blancos. Heliodoro Rodríguez López, también vistió la camiseta tinerfeña. Sin embargo, España no suele ser un país en el que se encuentren muchos jugadores que den nombre a estadios. Incluso, se da la peculiaridad de encontrar estadios de equipos que homenajean a jugadores que nunca vistieron esa camiseta.

El Real Madrid, decidió que el estadio donde jugase el filial blanco, llevase el nombre de Alfredo Di Stefano, uno de los mejores jugadores de la historia, y primer gran mito del madridismo. Pero en primera división, está el caso de Alfonso Pérez Muñoz, ex jugador de Real Madrid, Betis y Barcelona e internacional en 38 ocasiones. Pese a que nunca defendió los colores azulones, ha sido el jugador nacido en la localidad madrileña, que más veces ha jugado con la Selección. Y eso le sirvió para dar su nombre al estadio desde 1998.

Misma situación sucede en otros municipios madrileños pero que juegan en categorías menores. Fernando Torres, da nombre al campo del Fuenlabrada, Iker Casillas al del Móstoles o incluso Mario Suárez al del Alcobendas. En Benidorm, aplicaron la misma formula, y el estadio lleva el nombre de Guillermo Amor. Ninguno jugó en esos conjuntos, pero son el paisano que más nivel futbolístico ha alcanzado. 

El último ejemplo de futbolista que sí da nombre a un estadio de fútbol es el de Alfonso Murube, en Ceuta. Jugador del equipo ceutí entre 1933 y 1936, cuando decidió colgar las botas y alistarse inmediatamente para combatir la República con el ejército franquista. Fallecería, con el grado de Teniente en 1938. En el 42, el Ceuta modificó su nombre al estadio y le puso el del centrocampista, evidentemente pesaban más los méritos bélicos que los deportivos en esa decisión.

Quizá en el futuro se puedan añadir algunos. En Madrid se despertó un movimiento importante solicitando que el insulso nombre de Estadio de Madrid, conocido popularmente como La Peineta y donde jugará el Atlético de Madrid cuando abandone el Calderón fuera bautizado con el nombre de Luis Aragonés, aunque de momento, parece que Ayuntamiento y Atlético de Madrid no lo contemplan. 

OTRAS PERSONALIDADES

después surgiría un grupúsculo variado. Desde políticos a personalidades locales, pero que no guardaban una relación estrecha con el equipo de fútbol. Sorprenden algunos casos. El ex árbitro y Seleccionador Nacional, Pedro Escartín, es el que da nombre al estadio donde juega el Guadalajara. También ha dejado de llamar la atención, que el estadio del Valladolid se llame José Zorrilla, poeta y dramaturgo del siglo XIX que nació en la capital castellana, pero cuya relación con el fútbol es, por supuesto, inexistente. Otro apartado merecerían algunas referencias religiosas. San Mamés en Bilbao, San Lázaro en Santiago de Compostela, Santo Domingo en Alcorcón o el Arcángel en Córdoba. Sorprende, quizá, en comparación con el baloncesto la ausencia de víctimas del terrorismo. En la ACB, el Málaga juega en el Martín Carpena y el Caja Laboral en el Fernando Buesa, ambos políticos asesinados por ETA.

De personajes históricos, faltaría citar algunos políticos locales que pese a no ocupar cargos futbolísticos, contribuyeron y apoyaron al equipo de su ciudad. Son los casos del industrial lucense Anxo Carro, el Ramón de Carranza en Cádiz, que se construyó por empeño de su hijo y lo bautizó con ese nombre en honor al militar y político gaditano, que ocupó la alcaldía y el cargo de Gobernador Civil de la provincia o el de Carlos Belmonte, alcalde de la localidad manchega y arquitecto que diseñó el proyecto del nuevo campo. Personajes de mayor envergadura nacional como Adolfo SuárezJuan Carlos I y el Príncipe Felipe, dan nombre a los campos donde juegan los conjuntos de Ávila, Ciudad Real y Cáceres, respectivamente. Rafael Álvarez Claro, también fue alcalde de Melilla, pero ocupó también la presidencia del equipo de fútbol. También debería aparecer en el listado el Estadio de Montjuic, donde jugó el Espanyol antes de marcharse a Cornellá-El Prat. El estadio olímpico de Barcelona alteró su nombre por el de Lluis Companys, presidente de la Generalitat de Cataluña durante la II República y asesinado en la Guerra Civil.

Como ya publiqué en 2013, muchos de estos nombres, dificilmente superarían el filtro de la Ley de Memoria Histórica por su vinculación con la Guerra Civil o la posterior represión durante la dictadura. Nombres como los de Ramón de Carranza, Álvarez Claro, Anxo Carro, Alfonso Murube o Luis Sitjar son de difícil acomodo con esa norma, aunque de momento permanecen como denominación oficial.