Canadá es un país no muy conocido en Europa. Sabemos su símbolo con la hoja del arce, la policía montada y el nacionalismo independentista de Quebec pero poco más. Su historia y su sociedad está poco divulgada. Pese a pertenecer a la OTAN y al G-8 se le hace poco caso, ensombrecido por su vecino EEUU, se presta poca atención a la política canadiense. Eso no es impedimento, para que todos veamos las diferencias evidentes, en cuánto a políticas públicas sobretodo en materia de Sanidad. Pero aspectos desconocidos son, por ejemplo, que Canadá no quiso colaborar en la intervención para derrocar a Sadam Hussein de Irak de 2003. O la importante presencia de soldados canadienses en ambas guerras mundiales...
Deportivamente, Canadá ha sobresalido en deportes invernales. El Hockey hielo es el deporte nacional y por eso, se viven sucesos como el de esta misma semana, en la que el equipo de Vancouver perdió ante Boston la Liga de Hockey y en una de las ciudades más importantes del país estallaron los disturbios por la derrota... De Canadá también era Naismith, el inventor del baloncesto, pero el deporte fructificó con más éxito en el vecino EEUU, y ni siquiera la irrupción de Steve Nash y las franquicias de Toronto y Vancouver (desplazada a Memphis) en la NBA han acrecentado la afición por el basket. Algo parecido sucede con el béisbol y el fútbol américano.
¿Pero y el fútbol? Su "soccer" ¿Que pasa con él?
Y lo cierto es que el panorama es bastante desolador. A diferencia de EEUU, gracias a la organización del Mundial de 1994 y junto a la importante presencia de emigrantes hispanos mucho más aficionados, el fútbol comenzó a desarrollarse, y en algunos casos, como la Selección Femenina con amplios éxitos. La Major Soccer League, tomó la decisión de refundarse e iniciar una nueva etapa. Y de momento, convenciendo a viejas estrellas dispuestas a dar sus últimas patadas a cambio de un puñado de dolares, el fútbol va medrando. Aún así, las cifras de asistencia y el tamaño de los estadios, muchos de ellos empleados también para béisbol o fútbol americano, sigue dejando al fútbol en crecimiento pero todavía en una posición muy alejada con respecto a otros deportes.
Pero en Canadá no. En la MSL, participa un conjunto de Toronto y otro de Vancouver, y a partir de 2012 se sumará otro de Montreal pero este deporte, el más seguido en el mundo, de momento no genera excesiva atención. Siendo honestos, tampoco los canadienses tienen muchos mótivos por los que volcarse con el fútbol. Apenas una presencia en un Mundial, en México 1986, en la que se despidieron sin anotar un solo tanto, y la disputa bianual de la Copa Oro de la Concacaf, dominada siempre por Méjico o EEUU no resulta un plato excesivamente apetecible. Y eso que Canadá es la única que rompió ese bipartidismo al imponerse en la edición del año 2000.
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Hargreawes con la camiseta de Inglaterra |
FUGA DE TALENTOS
Y esta falta de expectativas y seguimiento es la que termina provocando la huida de los mejores talentos canadienses. El caso más evidente es el de Owen Hargreaves, hijo de emigrantes británicos que ya destilaban pasión por el fútbol, ya que su padre llegó a jugar en el Bolton y en el Wigan pero que nació en Calgary. Pronto siguió la afición inculcada por su progenitor y destacó dando patadas a un balón... y sus progresos eran tan llamativos, que pese a jugar en el "desierto" canadiense, su nombre llegó hasta el mismísimo Bayern de Munich que decidió incorporarlo en el año 2000 con ¡tan solo 19 años!.
En Alemania no defraudó. Su polivalencia y capacidad contribuyeron a constituir un palmares envidiable que incluía 4 bundesligas y una Copa de Europa. El muchacho, consciente también de sus opciones, se desentendió rápidamente de la Selección canadiense e hizo valer su ciudadanía británica. Primero bajo bandera de Gales en categorías inferiores, pero finalmente, a nivel absoluto se decantó por Inglaterra, la que otorgaba mayores posibilidades a nivel deportivo. Y su llamada no se hizo esperar. En agosto de 2001 con 20 años alcanzaba la internacionalidad absoluta. Su incorporación tuvo doble lectura. Por un lado, suponía una bocanada de aire fresco en una Selección en crisis y con pocos jugadores de nivel (La Premier, viendo la evolución de los grandes, sobretodo el Arsenal de Wenger, y la escasez de jugadores ingleses, buscaba fórmulas para dificultar la incorporación de jugadores extracomunitarios), por el otro, los tabloides más sensacionalistas criticaban la llamada de un jugador que jamás había pisado Inglaterra y se decantaba por esta camiseta por oportunismo profesional. Nadie dudaba de su nivel, pero sí de su compromiso y sentimientos british. El caso es que Hargreawes ni siquiera en categorías inferiores quiso saber nada de su Canadá natal... Además tuvo tiempo de conocer Inglaterra, fue contratado por el Manchester United en 2007. Un año antes, en 2006 le nombraron jugador inglés del año, por cierto.
Otro talento fugado y que causó bastante decepción fue el del portero Asmir Begovic. Nacido en Bosnia pero migrado a Canadá con sus padres a temprana edad, Begovic adquirió la nacionalidad canadiense, y esa fue su camiseta a lo largo de las categorías inferiores. Mientras tanto, como buen balcánico se aficionó al fútbol y se convirtió en un portero prometedor que retornaría a Europa, concretamente, a la cantera del Porstmouth. Nada hacía dudar de su predisposición canadiense, de hecho su primera convocatoria a nivel absoluto llegó en 2007 en un amistoso contra Islandia, pero no llegó a debutar. De nuevo, fue llamado en 2008 en un clasificatorio mundialista en Jamaica pero también lo vio desde el banquillo. En 2009, fue citado por Canadá como uno de los porteros elegidos para disputar la Copa Oro, pero el Porsmouth no le dejó acudir por coincidir con el final de Liga... y tras tres años de espera, aguardando para hacer su debut a nivel internacional, decidió contactar con el seleccionador bosnio y ver su disponibilidad a convocarle y la necesidad de porteros que había. Y Begovic vio la salida. En agosto de 2009, cuando apenas en junio había sido citado por Canadá para su torneo continental, Begovic entró en una lista de Bosnia para dos encuentros, frente a Armenia y Turquía de la fase de clasificación del Mundial de 2010... También los tuvo que esperar desde el banquillo, hasta que en octubre, por fin, Begovic saltaba al campo con la camiseta bosnia en un partido contra Estonia y alcanzaba la internacionalidad absoluta, cerrándose la opción de jugar con Canadá.
LOS HERMANOS DE GUZMAN
Otro talento que se escaqueó de su país de origen es Jonathan de Guzman, actual jugador del Mallorca. Su caso resulta aún más curioso, por que su hermano Julian si defiende la camiseta canadiense. Sus orígenes tampoco son del país del arce. Ambos nacieron en Toronto, de padre jamaicano y de madre filipina. Y ambos, apasionados por el fútbol, tenían claro que de querer triunfar en este deporte, debían hacerlo en Europa. Y cuánto antes mejor.
Julian de Guzman ingresó en las categorías inferiores del Olympique de Marsella con apenas 16 años. Tras tres años de formación en Francia, dio el salto al profesionalismo en Alemania y luego recaló en el Deportivo de la Coruña, convirtiéndose en hasta ahora en el único jugador canadiense en la historia de la Liga española. Lo cierto es que no desentonó en Riazor pero tras cuatro años, emprendió retorno a su Toronto natal y se comprometió con el equipo de la ciudad para disputar la MSL. Tenía nivel para Europa, por eso no sorprende que este año fuera el
sexto jugador mejor pagado del torneo, solo por detrás de nombres tan ilustres como los de Beckham, Tity Henry, Marquez, la estrella estadounidense Landon Donovan y la mexicana Nery Castillo. Aparte, de mostrar su compromiso retornando a casa, J
ulian de Guzman desde joven decidió defender la elástica canadiense, pese a los pocos réditos que esto conlleva.
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Jonathan de Guzman con la Selección Holandesa |
Por contra, su hermano Jonathan de Guzman, no. Con apenas 12 años pasó a Europa, a la escuela de formación del Feyenoord. Y con 17 años ya estaba jugando en la Eiredivisse coincidiendo con gente como Kuyt o Van Persie, además de disputar competiciones europeas. Su progresión era increíble, figurando en la agenda de varios clubes de primer nivel, hasta que dos tremendas lesiones supusieron un freno a su carrera. Este verano, con 23 años, decidió dejar los Países Bajos y probar fortuna en la Liga española con el Mallorca. Lo cierto es que no defraudó en su rendimiento, y ya ha vuelto a llamar la atención de equipos de mayor enjundia. Pero Jonathan, a diferencia de su hermano, no quiso saber nada de su país de nacimiento. En 2008 consiguió la nacionalidad holandesa y de inmediato pasó a jugar con la Selección sub 21 naranja, llegando a estar incluso presente en los Juegos Olímpicos de Pekín. Aunque su debut aún no se ha producido a nivel absoluto, por lo que todavía estaría disponible para una llamada canadiense (incluso jamaicana o filipina), nada hace presagiar un cambio de voluntad y De Guzman todavía aguarda una llamada holandesa donde las probabilidades y el impacto mediático son mayúsculas con respecto a las de Canadá.
Un deporte minoritario, a la sombra de otros con mucha mayor masa de aficionados... Una liga poco competitiva que reúne viejas glorias y que pocas se comprometen con los equipos canadienses, que son minoría respecto a los estadounidense... Un torneo continental poco atractivo a nivel de Selecciones, y unas prácticamente nulas opciones de alcanzar la Fase Final de una Copa del Mundo, junto a la huida de los mejores jugadores, conscientes de las escasas opciones de brillar con una Selección que actualmente es la 76 del mundo y la 7ª de la agrupación de Norteamérica y Caribe lastran al fútbol canadiense... El ejemplo de Julian de Guzman es digno de admirar, pero insuficiente para hacer crecer el soccer en el país de la hoja de arce. Y esto hace, que de momento, el fútbol en Canadá, no enganche.