lunes, 18 de enero de 2021

Cuando el Galatasaray (y Turquía) plantaron su bandera en Europa

Las negociaciones de adhesión de Turquía a la Unión Europea son un largo camino que dura décadas, y que no tiene pinta de finalizar a corto plazo. Pese a que el país es miembro de la OTAN desde 1952, que su mirada se dirige hacia Europa desde los tiempos del Imperio Otomano y que su voluntad es la de acceder al club comunitario, siempre han pesado más las dudas que suponen un país, que pese a declararse laico, la mayoría de su población es musulmana, que mantiene ocupada la zona norte de Chipre y cuyos estándares democráticos, de circulación de personas y de bienes, resultan todavía más escasos de los exigidos por Bruselas. En 1963 se llegó a un acuerdo para ser estado asociado a la Comunidad Económica Europea, a la vez que Grecia por ejemplo. Pero mientras los helenos entraron como miembros en 1981, los turcos siguen esperando... y les han adelantado, infinidad de países, incluso algunos de los que estaban tras el telón de acero en la Guerra Fría o que ni existían antes de explotar los Balcanes.

Aún así, la Unión, en 1999 decidió (¡por fin!) darle un empujón a su integración. En diciembre, en el Consejo de Helsinki, se le reconoció al estado turco la condición de país candidato a la adhesión. Se fijaron una serie de condicionantes, de muy diversos ámbitos: políticos, económicos, sociales, seguridad, instituciones, en materia de ciencia, educación, de frontera... Turquía en ocasiones avanza incluso con reticencias de su población (como por ejemplo, la eliminación de la pena de muerte en 2002). En 2005 se inician las negociaciones formales y desde entonces, cumbres bilaterales, acuerdos, pasos para adelante, hacia atrás, hasta la llegada de Erdogan al poder con un estilo mucho más autoritario, de involución democrática y de frenazo en seco a posibles avances para converger con Bruselas.

Pero todo eso es más reciente. Hoy hay que recordar lo que empezó en 1999, con ese nuevo estatus recién conseguido, el que se sumó a acercarse a Europa fue el Galatasaray y su brillante campaña que le llevó a conquistar la Europa League y posteriormente la Supercopa de Europa. Primera vez que un conjunto turco se asomaba a una final continental y se impuso al resto de "verdaderos" europeos. Realmente el Galatasaray ha sido el conjunto más destacado del país. Ostenta 22 trofeos de liga, 3 más que el Fenerbache. Y fue siempre el adelantado en los grandes avances en este deporte, que pese a su número de seguidores, no puede contar con grandes éxitos internacionales. A nivel de Selecciones, antes de ese año 2000, Turquía solo había estado presente en el Mundial de 1954. A nivel continental, siempre tomó parte por Europa, pese a su ubicación geográfica, con parte europea, pero aún mayor en Asia. A pesar de eso, una única presencia en la Euro 96 de Inglaterra adornaban sus fases finales en Eurocopas. Mismo condicionante llevaban sus equipos. Jugaban en Europa, y salvo las semifinales de la antigua Copa de Europa de 1990 o la eliminación del Manchester United en la Champions 93-94 por parte del Galatasaray, los equipos turcos ocupaban siempre segundos planos con pocas hazañas de mérito.

Pero ese año, recién estrenada la condición de país candidato el Galatasaray y Turquía iban a plantar su bandera en Europa. Imponentes en su Liga, donde llevaban tres títulos consecutivos, y dirigidos por Fatih Terim, "el emperador" y hombre que ha desempeñado prácticamente su carrera deportiva entre el Galatasaray y la Selección Turca. Se juntó una gran generación con fichajes de renombre, como el rumano Hagi, su compatriota Popescu, el brasileño dos veces bota de oro, Mario Jardel, el portero campeón del Mundo en 1994, Taffarel, y una generación turca solvente y que apenas dos años después destacaría en el Mundial de Japón y Corea. Y encima, con el compromiso y voluntad del Gobierno, consciente que sus victorias y avances se convertían en cuestión de Estado. Así se empezó a proteger el calendario para tener más descanso de cara a los compromisos europeos, los embajadores recibían indicaciones que debían buscar los máximos acomodos al equipo en los viajes, y es que cada victoria acercaba a Europa.

Y eso que la campaña comenzó algo agridulce. El Galatasaray no tuvo problemas en la fase previa y eliminó con facilidad al Rapid de Viena. La capital europea más al oeste que trató de tomar el Imperio Otomano, no pudo hacer frente al ímpetu, esta vez futbolístico, con una abundante presencia en la grada de aficionados turcos. Y, además supuso el primer buen sabor de boca y alegría para la hinchada, en un país que apenas unas semanas antes había padecido un brutal terremoto que dejó una cifra cercana a los 44.000 muertos y una estimación de un millón de afectados en el norte de Turquía.

La Champions deparó un grupo complicado. El Milán de Silvio Berlusconi con una delantera formada por Weah y el recién fichado Andrey Shevchenko, un Chelsea preAbramovich pero competitivo con Zola, di Matteo, Flo y un rival alemán, el Hertha de Berlín. Un empate en casa ante el Hertha, y las derrotas en San Siro y Stamford Bridge, dejaron las esperanzas del Galatasaray de avanzar ronda muy mermadas. Y peor aún, cuando en la cuarta jornada, el Chelsea destrozó el Ali Sami Yen con un contundente e irreprochable 0-5. Todo auguraba al fin de la campaña europea.

Sin embargo, el conjunto turco decidió no rendirse. En primer lugar, en Berlín, en Alemania, el país con más emigrantes turcos del mundo, y muchos de ellos presentes en la grada. El equipo se llevó una incontestable victoria por 1-4. Encima, el empate de Chesea y Milán, daba la opción que derrotando a los italianos, engancharse a la Copa de la UEFA como tercero de grupo. Y así fue, en un partido loco, que empezó perdiendo, y que en el ultimo minuto acabaría disponiendo un penalti para hacer un 3-2 que dejaba en la cuneta al Milan y al Galatasaray la bala de continuar en Europa.

Victorias en Viena y Berlín, triunfo sobre el Milán. ¿Qué más podía aportar la segunda competición continental? En primer término, otro italiano cayó a manos de los hombres de Terim. Un Bolonia que contaba con gente ilustre como el portero Pagliuca, Signori o Ventola. Después, tocaría otro alemán. El Borussia Dortmund, con otro ilustre en la portería como Lehman, con Moller, con Chapuisat. Y de nuevo, con un campo que pese a jugar de local los alemanes, daba la impresión contraria al estar plagado de turcos. Y para no desentonar, un 0-2 contundente que dejó encarrilada la eliminatoria y que provocó una invasión de campo de aficionados al terreno de juego... en un partido de ida de octavos de final. Daba igual la ronda que fuese. La alegría turca era mayúscula y el Galatasaray estaba fraguando algo grande, además de seguir ondeando la bandera turca por Europa. Un empate a cero en la vuelta resulto suficiente para superar el tramite. En cuartos, esperaba el Mallorca. Y de nuevo, fuera de casa los de Terim dejaron resuelta la eliminatoria rápidamente. Un 1-4 dejaba a los baleares que contaban con nombres como Etoo, Lauren, Nadal, Diego Tristán o Leo Franco en la estacada. En una vuelta de mero trámite, también acabó con victoria local.

En semifinales, tras haber apeado a austriacos, y alemanes con abundante presencia turca en las gradas, al ser los destinos migratorios más habituales y a los vecinos del Mediterráneo, italianos y españoles, el que mordería el polvo sería el Leeds United inglés. Y en esta ocasión, la eliminatoria empezó en casa. Y con tensión. Una brutal pelea entre las dos aficiones había terminado con dos fallecidos. El partido del que se rumoreó que podría suspenderse, al final se disputó y el Galatasaray supo llevarse renta a Inglaterra. Un 2-0 con un Hagi imperial que dejaba al equipo rozando la final. En la vuelta, se prohibió el viaje de aficionados turcos. La presión esta vez venía del lado de la afición del Leeds que estuvo abucheando constantemente las acciones turcas, pero con un empate a dos, era suficiente para acceder a la final que se disputaría en Copenhague. Aún así, esto provocó ya un punto de inflexión en las relaciones entre Turquía y el Reino Unido, con prohibiciones de desplazamiento a aficionados, reproches mutuos desde las tribunas políticas, etc... que continuaron al año siguiente al enfrentarse de nuevo el Leeds con el Besiktas en la previa de la Champions.  

Retornando al fútbol, en la final esperaba, además otro conjunto inglés, un Arsenal que encabezaba Bergkamp, con un ya destacado Henry, y al que se sumaban Overmars, Vieira, Kanu, Suker, Silvinho o Seaman en la portería. Y allí, sin goles, en los penaltys, el Galatasaray alcanzó la cima europea y se proclamó Campeón de la Europa League. Todavía quedaba una guinda más, en la Supercopa de Europa. Fatih Terim había dejado el equipo para probar experiencia fuera de Turquía, y marcharse al calcio. Allí dirigiría a la Fiorentina, con la que ganaría la Copa y le valdría para dar el salto al Milán al año siguiente. Pero el Galatasaray, que además se había reforzado con el internacional brasileño y bota de oro Mario Jardel, se impuso en Mónaco a un Real Madrid que lideraban Raúl, Figo y Roberto Carlos. Un 2-1 en la prorroga, volvía a hacer ondear la bandera turca en lo más alto. Dos éxitos internacionales para mostrarse ante Europa vía fútbol. Con triunfos y presencia en Alemania, Austria, Inglaterra, Italia o España.

Todas las victorias turcas se recibieron en el país con  alegría desbordada. Ha sido la única vez que un equipo turco ha alcanzado el éxito a nivel continental. Y entre políticos y aficionados era una manera de reivindicación de su presencia en Europa. Además con esa nueva categoría que parecía que se avanzaba en la dirección de la adhesión. Encima, sirvió de germen para conjugar una brillante Selección, que avanzaría a cuartos de final en la Eurocopa 2000 y sería tercera en el Mundial de Japón y Corea 2002.

20 años después, el fútbol turco no ha vuelto a alcanzar estos éxitos. A nivel de Selecciones se ha ausentado de los últimos mundiales. En la Eurocopa, alternó las semifinales de 2008 con quedarse fuera en 2004 y 2016. Su adhesión a la Unión Europea parece estancada, no deseada por muchos de los europeos miembros. Además el 11-S supuso un cambio completamente al mundo a muchos niveles y ha propiciado un mayor rechazo a la libre movilidad de personas y más de religión musulmana. Además, de la gobernación de Erdogan, con un retroceso democrático bastante evidente, y que por ejemplo ya ha manifestado en ocasiones su deseo de recuperar la pena capital dificulta más cualquier acercamiento. Al menos esa campaña del Galatasaray con exitosas victorias, parecía dar un empujón hacía la Unión Europea y una reminiscencia de la grandeza imperial otomana.