viernes, 24 de febrero de 2012

Los Ruiz-Mateos y los desaguisados constantes

José María Ruiz-Mateos es otro de los rostros públicos más reconocibles de nuestro país. Ostenta el título de Marqués de Olivara concedido por la República de San Marino, fue uno de esos empresarios que hizo fortuna a ritmo vertiginoso durante la Transición, sobretodo exportando vino, y estaba considerado una de las personas más adineradas de España con un holding de diversas empresas que se estimaba daba trabajo a 65.000 personas. RUMASA, era un conglomerado empresarial difícil de explicar cuyo símbolo era una abeja obrera. Con él a la cabeza, fundado junto a sus hermanos y en el que pronto se integrarían también el resto de sus familiares. Con presencia y mucha influencia en sectores tan variados como bancos, hoteles, grandes almacenes, ropa... todo dirigido desde un lujoso chalet en Somosaguas que se ha convertido en el Cuartel General de la familia.

Pero las cosas se torcieron. Un 23-F, este de 1983 el Gobierno decidió expropiar la compañía ante la acusación de evasión de impuestos y encontrarse en bancarrota virtual que había sido disimulada fraudulentamente en los libros de contabilidad. Ruiz-Mateos inició una larga cruzada jurídica con sentencias variadas y que todavía permanece con francos abiertos. La dimensión del grupo de empresas dificultó todavía más la tarea. Los procedimientos judiciales se acumulaban y se resolvían con cuentagotas y con toda clase de sentencias... Mientras tanto empleó campañas mediáticas acudiendo a diversos programas de televisión, inundar España con anuncios recordando su situación (celebres eran las avionetas que recorrían los litorales costeros con la pancarta Rumasa cada verano) o indumentarse con variados disfraces, antes incluso de acudir al juzgado. Su osadía llegó tan lejos que en una ocasión y todavía en pleno edificio de los tribunales llegó a sacudir un puñetazo al entonces Ministro de Hacienda, Miguel Boyer.


Sus actuaciones no dejaban indiferente. Unos elogiaban su valentía al enfrentarse al poder y veían la lucha de un hombre justo que había sido "robado", otros, un empresario corrupto haciendo payasadas... El caso es que tenía tirón y su figura populista daba mucho que hablar. Desde que en 1986 fuera expulsado del Opus Dei, al cual había realizado generosa contribuciones y era un miembro activo y convencido, a presentarse a las Elecciones Europeas con su propia formación política y consiguiendo su escaño como eurodiputado, o a comprar en  1991 el Rayo Vallecano, en el que situó a su esposa, Teresa Rivero en la presidencia y colocó el simbolo de Rumasa, la abeja obrera, como mascota de la entidad...

Mientras tanto, Nueva Rumasa volvía a crecer. Esta vez, a fin de evitar situaciones que arrastraran a toda la compaññia, cada empresa asumía personalidad jurídica propia. Pero el sello de los Ruiz-Mateos era evidente. Tanto que incluso el empresario llegó a realizar la propia publicidad de la compañía en varias ocasiones. Mientras el nuevo Imperio se levantaba, y pese a algunos episodios en prisión atenuadas por su estado de salud, la abeja volvía a hacer crecer la colmena. De hecho, en algunos episodios de orgullo personal, llegó a recuperar algunas de las empresas expropiadas como los postres Dhul, el chocolate Trapa o las Bodegas Garvey.

Parecía un milagro la recuperación económica experimentada por el empresario jerezano. Además de las ya mencionadas, había marcas de mucho renombre como las conservas Apis, la láctea Clesa o la compañía de hoteles Hotasa que contaba ya con más veinte instalaciones. También continuaba al frente del Rayo Vallecano, que llegó a jugar en una ocasión competición europea y tampoco quiso abandonar tras un duro y traumático descenso a Segunda B. Aunque, mucho más sereno y menos polémico su figura seguía apareciendo. Desde su asistencia a la misa en que se canonizó a José María Escrivá de Balaguer, pese a su expulsión del Opus o a recibir la medalla de Caballero de la Orden de San Gregorio Magno, la mayor distinción que entrega la Iglesia a alguien secular. 

Parecía la lección aprendida. Nueva Rumasa emergía y Ruiz-Mateos ya en la setentena parecía alejado de polémicas... hasta que en marzo de 2011, la empresa volvía a resquebrajarse y entraba en preconcurso de acreedores. Una agresiva campaña de publicidad que prometía jugosos beneficios con la entrada de inversores  había resultado insuficiente para inyectar liquidez. Clesa, Dhul, etc... disponían de unos meses para renegociar su deuda con los acreedores. El Rayo, que peleaba y consiguió con éxito el regresar a Primera tras varios años, fue vendido al empresario Martin Presa tras casi dos décadas de mando de los Ruiz-Mateos. Otras empresas, tienen ante sí un oscuro panorama. 

Lo curioso ha sido el ver como se han ido destapando asuntos sobre la excentricidad del personaje, desde querer convencer a Mel Gibson realizará una película sobre la Virgen María o pretender utilizar sus reservas de Brandy como garantía ante el Banco Santander. Por cierto, la correspondencia intercambiada con Emilio Botín y otros directivos del Banco resulta altamente recomendable. Cumplidos los 80 años parece la estocada definitiva a uno de los personajes más peculiares de España.

No hay comentarios: