lunes, 9 de junio de 2014

MUNDIAL 2014: Moacir Barbosa, el repudiado



Es difícil concebir la depresión que supuso el Maracanazo. Hay que ponerse en situación, en 1950, en un estadio a reventar, en un país que ama y adora el fútbol y en el que con un simple empate basta para proclamarse campeón del Mundo. Además en la primera cita tras la II Guerra Mundial. Para Brasil, pese a ganar cinco campeonatos después, ese encuentro sigue escociendo. Pero si para alguien resultó aún más doloroso fue para Moacir Barbosa, el guardameta brasileño en la aciaga noche.

Moacir Barbosa era uno de los grandes porteros del momento. Comenzó en el modesto Clube Atletico Ypinga, pero apenas una temporada le bastó para llamar la atención del Vasco da Gama, donde alcanzó la titularidad de inmediato. Cuatro campeonatos brasileños e incluso la precursora Libertadores que era la Copa Sudamericana de Campeones refuerzan la gran labor del Vasco da Gama. Moacir Barbosa brilla con luz propia, y desde 1949 debuta con la Selección Brasileña a nivel internacional, convirtiéndose en el primer portero de raza negra de la misma. Así llega el Mundial de 1950, el Mundial en casa...

... Realiza un gran campeonato, tanto que al final del torneo será elegido como el mejor portero... pero contra pronostico, en el partido final, con un Maracaná rebosante, Uruguay se impone por 1-2 y Brasil pierde su campeonato. Se culpa a Barbosa de los fallos que cuestan los dos tantos y su nombre pasa a ser el de un proscrito. Se le culpabilizará de la derrota. De una "humillación nacional", de una "catástrofe similar a Hiroshima", "Drama, Tragedia y ridículo"... como concibieron algunos medios el Maracanazo.

Pese a eso, Moacir continuó defendiendo la portería de Brasil hasta 1953, en el que una grave lesión en un choque en un duelo contra Botafogo le acaba costando el puesto. En 1956, habiendo perdido la titularidad en su club, probaría cesiones en el Bonnsucceso y el Santa Cruz, para acabar colgando las botas en 1962 con 41 años en el modesto Campo Grande. Se sacó una plaza de funcionario y se retiró de la vida pública, cansado de ser recordado como el culpable del Maracanazo.

Su nombre siempre permaneció vinculado como gafe. En 1993, quiso realizar una visita a la concentración de la Selección Brasileña y Mario Zagallo, director técnico de la Federación le negó la entrada alegando que traería mala suerte. Un golpetazo más, 43 años después del suceso que seguía marcando su vida.

Moacir Barbosa llegó a declarar: “En Brasil, la pena mayor por un crimen es de treinta años de cárcel. Hace cuarenta y tres años que yo pago por un crimen que no cometí".
La vida siguió dándole golpes. Su esposa falleció en 1997 tras varios años de lucha contra el cáncer. Él lo haría tres años después por un derrame cerebral a los 79 años. Sus últimos años, padeció graves apuros económicos, que hicieron que el Vasco da Gama le otorgará una pequeña pensión. Aún así, a su entierro no acudió ningún compañero ni dirigente del club regatista. Solo un directivo de su primer club el Atletico Ypinga. Tampoco, se guardaron minutos de silencio en su memoria. Moacir Barbosa murió como pasó su vida desde el Maracanazo, repudiado.

3 comentarios:

Rinat Rafaé dijo...

Dado la tremenda impopularidad que tiene este mundial en Brasil... ¿si hay un nuevo Maracanazo habrá de nuevo una caza y captura del jugador brasileño o irán más bien a por los gobernantes que han permitido que se organize un mundial que ni siquiera han podido ganar?

doRCCV dijo...

Rinat, con el cuento de internet y redes sociales, habrá una caza mediática contra los jugadores de carallo. Y los gobernantes, los gobernantes ya se pueden apretar la corbata.

Gontxo dijo...

No sé yo... Hoy entrevistaban a un periodista brasileño en la SER y decía que sería una chispa más para las protestas. Yo, por contra, creo que las protestas van en otra dirección y son independientes de los resultados deportivos. Aunque quien sabe... igual se juntan los desencantados y hacen más ruido. Y ojo, si esto es en unos octavos o cuartos de final es en medio del campeonato.