El fútbol se nutre de rivalidades y odios. Algunos recientes que surjen por temporadas de tensión o cruces en eliminatorias. Otras por fichajes o coquetear con jugadores. Otras veces son odios eternos e imperecederos por cuestiones más allá de las futbolísticas, pero que como siempre el fútbol sabe simbolizar a la perfección y suponen un escenario perfecto. A su vez, de cuando en cuando surgen hermanamientos, simpatías, cariños...
Esa última es la que unía a Racing y Sporting. Dos ciudades próximas geograficamente, dos equipos de tendencias similares y sobretodo con un ídolo común, que se ganó el cariño de la mayor parte del fútbol español, Manolo Preciado.
Por eso no extrañó ver durante dos años consecutivos, a Miguel Ángel Revilla, Presidente la Comunidad de Cantabria, racinguista reconocido, pedir el apoyo para los equipos, haciendo un llamamiento a la hermandad que sirviera para obtener ambos la permanencia durante dos años consecutivos. En 2010 pidió a los aficionados del Sporting, que animasen al Racing. "Hoy por ti, mañana por mí", acababa la misiva. Al año siguiente, en 2011 se cambiaron las tornas. Y Revilla, cumplió. En plena campaña electoral pidió a la afición de El Sardinero que animase al Sporting. La gente y los equipos cumplieron. Racing y Sporting se salvaron ambas temporadas.
Pero el año pasado el desastre. El Racing entró en una espiral autodestructiva, la propiedad del jeque Ali Siyed se reveló como un fiasco mayúsculo y nadie pudo encauzar el rumbo. El Sporting, destituyó a Preciado, confió en Clemente y la apuesta salió rana. Ambos equipos se fueron a Segunda. Y en la categoría de plata, las cosas no están resultando. Los asturianos muy alejados de la zona noble. Los cantabros, pese a que ayer se impusieron en el enfrentamiento son los últimos y el fantasma de un descenso a Segunda B se palpa en el ambiente.
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