Que tiempos aquellos de la Unión Europea pre-crisis en las que todo soplaba a favor. En 2004, para fusionar un alto compendio de Tratados, se dio el paso de crear un Tratado Constitucional que actuase de Carta Magna de los ciudadanos europeos. Una idea bonita seguramente. Se formularon unos plazos para que los países lo ratificasen. Algunos osados, decidieron someterlos a referendum. Ese temido plebiscito que da palabra al pueblo llano y en ocasiones lleva a desobedecer a los Gobiernos. En España, nos tocó nuestro turno en febrero. ¡Ojo! En un referendum consultivo no vinculante.
Se palpaba en el ambiente que el tema no motivaba mucho. El Gobierno, con el inicio del año empezó a intentar divulgar un poco el texto, explicar sus virtudes y acercarlo al ciudadano. Se contrataron famosos que leían artículos mostrando lo maravillosa que resultaba la Carta Magna. Desde "Los del Rio" (que reconocían no haberla leído pero que había que votar sí porque era muy bonita y lo decían los políticos) a un criticado y cada vez más contradictorio Loquillo. De Iñaki Gabilondo a Luis del Olmo, a incluso los ex futbolistas de Madrid y Barça, Emilio Butragueño y Johan Cruyff. Todo era importante con tal de no hacer el ridículo ante nuestros socios europeos.
A alguien del Gobierno se le alumbró la bombilla. Que mejor medio de difusión que a través del fútbol. Repartamos pegatinas, pines, banderas, resúmenes, Constituciones en los estadios...Que diferencia al fútbol durante el franquismo nos han reportado 30 años de democracia... Incluso en un Atlético-Real Madrid que luce mucho saquemos a 25 niños, uno con cada bandera de cada país de la UE. Y vayamos al palco los ministros que siempre aparenta importancia.
España votó sí a la Constitución Europea de manera aplastante. Un 76% a favor. La lastima fue que la participación ni tan siquiera alcanzó el 45%. Pese a los intentos de darla a conocer vía Cruyff o en los campos de fútbol. Después franceses y neerlandeses votaron no y acabaron de joder el invento... de apartar la palabra referendum del ideario político (pregunten a Papandreu) y a la Unión Europea se le removieron las tripas en una larga digestión que todavía no ha terminado.
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