miércoles, 14 de noviembre de 2012

Los duelos España-Portugal en plena Guerra Civil

Durante la Guerra Civil, muchas actividades prosiguieron su desarrollo con la normalidad que se podía permitír. El deporte fue una de estas. Se trataba de aparentar tranquilidad, desarrollo normal de la sociedad y a su vez emplear estos eventos como medida recaudatoria y de válvula de escape ante la situación que se padecía en el país. El fútbol, y el deporte en general también iba a tener otro desempeño bélico, en este caso en el ámbito de las relaciones internacionales y de recabar apoyos extranjeros. Durante un tiempo cohabitaron Federaciones en zona nacional y en zona republicana que pretendían ostentar la representación "legítima". El fútbol no fue una excepción. El comandante Julián Troncoso fue el designado para dirigir una recién creada Federación Española de Fútbol de las regiones franquistas. En su haber, destaca la promesa al Osasuna de que sería mantenido en 1ª división pese a su descenso esa temporada, "como recompensa a la valentía y lealtad del pueblo Navarro en la Cruzada Nacional", cuando se reanudase la competición liguera tras la guerra. También estaba presente la idea de obtener reconocimiento internacional a través de organizar encuentros amistosos de la Selección Española. Para ello, contó con las gobiernos amigos de Alemania, Italia y Portugal, aunque finalmente solo se enfrentaron al vecino ibérico. Durante ese tiempo, Julián Troncoso, pese a estos aspectos, no desdeñó tampoco sus labores bélicas e incluso fue detenido en Francia, al parecer por tratar de robar armas y un submarino republicano.

La FIFA decidió no conceder legimitidad a esos partidos y negó su validez. Para la RFEF de fútbol, tampoco tienen valor hoy en día, ni cuentan como duelos España-Portugal ni como internacionalidad a quienes lo disputaron. Pero el caso es que en 1937 comenzaron los preparativos. Se apuntó una posible lista de futbolistas en zona nacional que podrían formar parte del combinado, aunque, no se estaba plenamente convencido de su estado y de su ubicación. En esos momentos, también una Selección de Euskadi había iniciado su gira europea tratando de recabar fondos y apoyos para la causa de la República. El doctor Amadeo García Salazar, seleccionador previo a la contienda, sería el encargado de prepararlos. Se realizó una Selección apresurada y con los efectivos disponibles y se trató de coger forma disputando varios encuentros amistosos, en algunos incluso recibiendo el nombre de "probables" y "posibles" de cara a la elección definitiva. Sevilla, Irun, Pamplona, San Sebastián, Bilbao, Santander fueron algunas de las ciudades que vieron estos enfrentamientos.

Vigo, lugar de las primeras reuniones federativas, fue la sede designada para el partido internacional contra Portugal, y se pretendía que fuera a finales de agosto, aunque la fecha no se consolidó y se fue variando durante cierto tiempo, hasta el 28 de noviembre. Se pactó que España devolvería visita más adelante. Se crearon sendos trofeos Franco y Oliveira de Salazar, y se anunció con orgullo, que la Federación Portuguesa renunciaba a su subvención ya que todos los beneficios se destinarían al Ejercito Español que se hayaba combatiendo. 

Dos retratos de los dos dictadores se colocaron en el palco. La ciudad fue engalanada y acudieron varios ministros, militares y el embajador portugués a situarse donde las autoridades. El partido comenzó con muestras de hermandad y vítores a Franco y Salazar ante una buena entrada en Balaidos, incluso con un número de portugueses amplio. Portugal se llevó el triunfo por 2-1. España que jugó con Eizaguirre, Ciriaco, Quincoces, Aranaz, Vega, Ipiña, Epi, Chacho, Vergara, Gallart (autor del gol) y Vázquez, en la que era la primera victoria lusa entre ambos países, aunque finalmente no se le concediera validez. Arbitró un italiano, Ronaldo Barlassina, y según parece, el triunfo portugués fue justo. 

El encuentro de vuelta fue en el estadio José Manuel Soares de Lisboa el 30 de enero de 1938. De nuevo se prepararon grandes recibimientos y síntomas de esa estrecha simpatía hispano-lusitana entre los dos países. Además, se obligó a acudir a homenajear la tumba del General Sanjurjo, fallecido en Estoril, ante de que sus restos fueran trasladados a Pamplona en los años 60, fueron recibidos por el Gobierno portugués, se organizaron desfiles y conferencias...

Aunque en esa ocasión, hubo algunos caracteres "divergentes". En el momento de hacer el saludo fascista cuando se interpretaba el himno español, varios jugadores portugueses mostraron su disconformidad. El portero José Azevedo estiró el brazo con los dedos encogidos, Cuaresma se quedó quieto y José Simoes y Mariano Amaro levantaron el puño. Después del partido serían detenidos e interrogados por la PIDE, la policía política portuguesa. En los medios se trató de disimular y tapar el incidente. Por contra la prensa sí aprovechó para destacar el cv de algunos españoles, como Quincoces que tomó parte en la batalla de Belchite, Gallart condecorado con la Laureada Colectiva o Zabala con la Medalla Militar Individual. El encuentro, con todo este jugo, acabó de nuevo con triunfo portugués por 1-0, aunque la FIFA tampoco le otorgó ninguna validez. Por España se alinearon Eizaguirre, Ciriaco, Quincoces, Peral, Soladrero, Germán, Epi, Vergara, Campanal, Herrerita y Vázquez. Después del partido, también hubo convites y celebraciones en la embajada. España quiso aprovechar el éxito propagandistico y el 6 de febrero se enfrentó a una Selección de Marruecos en Ceuta y en Tetuán en el mes de febrero, a beneficio de los heridos musulmanes del Ejercito Nacional.

1 comentario:

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