El Valencia llegó a estar en una situación límite. Sin el apoyo y ayudas de Cajas de Ahorros locales y de la Administración Pública, igual el conjunto ché se encontraría en una situación muy diferente que la que muestra esa actual tercera posición liguera y ese sueño de que con Peter Lim al frente, se pueda sacar la cabeza del pozo económico.
No sería fácil establecer la responsabilidad única al propietario excéntrico de hoy, Juan Bautista Soler, pero sí tendría una importante cuota. Soler, es hijo de una de las mayores fortunas de España. Su padre Bautista Soler era en 2013 la 40ª fortuna de nuestro país. Aparecía en la lista forbes con una estimación de 950 millones de euros. Rey del ladrillo en la comunidad valenciana, su empresa se convirtió en uno de las principales inmobiliarias, pero también regentaba bares y salas de cine por toda la geografía nacional.
Y en 2002, decidió entrar con fuerza en uno de sus sueños de juventud, el Valencia CF, primero comprando diversos paquetes accionariales, hasta alcanzar la mayoría en unas operaciones que llegaron a suponer desembolsos de más de 40 millones de euros. Pero Bautista Soler, dejó el fútbol en manos de su hijo, Juan Bautista. Parecía que la adinerada familia iba a poder serenar una convulsa situación institucional que se producía desde la conversión del equipo en SAD y por la que se había visto desfilar por el palco a gente como Paco Roig o Pedro Cortés o Jaime Ortí, con las consiguientes luchas de poder...
Juan Bautista Soler, pese a ser el propietario, guardaba un discreto segundo plano y dejaba hacer a Ortí y a su equipo. Y llegaron los éxitos. El equipo que dirigía Rafa Benítez logró conquistar la Liga en 2004, y además levantó la Copa de la UEFA. Encima, ese año, también venció la Supercopa de Europa al Oporto. A Soler, comenzó a picarle el gusanillo, al ver como pese a ser el que ponía el dinero, los agasajos y el lucimiento en los palcos españoles y europeos recaía en otras personas. Y decidió dar un paso adelante, que le convertiría en un terremoto para el club ché.
En octubre, consiguió la dimisión de Ortí y asumió la presidencia en la que estuvo cuatro años. El equipo no repitió los exitosos resultados y encima la cuenta de gastos comenzó a dispararse con fichajes caros, altamente remunerados (Manuel Fernandes, Del Horno, Tavano, Kluivert, Joaquín, etc...) y que salvo casos contados (habría que destacar a Villa o Mata) no daban el rendimiento esperado. Su gestión también comenzó a enterrar entrenadores, Ranieri, Antonio López, Quique Sánchez Flores, directores deportivos Javier Subirats, Amadeo Carboni, Xavier Azkargorta el director general Manuel Llorente o la quincena de gestor Juan Villalonga. Nadie parecía contentar a Juan Bautista Soler...
Y se notó en los resultados. El equipo que defendía título fue 7ª en 2005 y se quedó fuera de Europa. Fue 3º y 4ª los dos años siguientes, alcanzando también los cuartos de final de la Champions cayendo frente al Chelsea. Y el último año, Soler decide prescindir de Quique como técnico y trae a Ronald Koeman, que, decide hacer limpia en el vestuario. Anuncia que no va a contar con Albelda, Cañizares y Angulo y comienza una alargada polémica, en la que el centrocampista llega a denunciar al club. El equipo se hunde irremediablemente en la Liga y sufre por mantenerse. En la Copa, por contra, mantiene el tipo y va avanzando ronda. Aún así, Soler, muy desgastado decide echarse a un lado y presentar la dimisión. Curiosamente, el equipo de Koeman vence al Barcelona en semifinales y se proclama campeón frente al Getafe. Es, de momento, el último título de los valencianos. De nuevo, Soler, se queda sin salir en los focos y sin poder celebrar los éxitos como parte protagonista.
Antes de eso, sí que será recordado. En 2006 anuncia la construcción de un nuevo estadio. Un campo de categoría 5 estrellas, con una capacidad de 75.000 espectadores que jubile el viejo Mestalla, cuyos terrenos serán revendidos para financiar el nuevo. El proyecto, presentado a bombo y platillo y que cuenta con el beneplácito de Ayuntamiento y Generalitat se queda a medio construir por falta de financiación al no aparecer ningún comprador de las parcelas de Mestalla. Servirá como inmejorable símbolo de los derroches y desmanes urbanísticos de la Comunidad. De momento, supera el lustro de parón que parece que va a reiniciarse en breve...
Finalmente Bautista Soler, con una imagen muy deteriorada y afectado por la crisis económica con especial incidencia en el sector inmobiliario acaba aceptando deshacerse de sus acciones que son vendidas por 85 millones de euros a Vicente Soriano, que pretende a su vez, revenderlas a una empresa de inversiones uruguaya. El caso es que, como el nuevo Mestalla, las operaciones no fructificaron y Soriano no ingresó la acordado a Juan Bautista Soler... que ahora tiene pendiente un juicio por contratar a un sicario con la función de secuestrarlo... Y mientras tanto, los concursos de acreedores en sus empresas y en las de su padre se acumulan. La aventura futbolística terminó en sonoro fracaso, y su imagen pública, dilapidada.
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