lunes, 16 de septiembre de 2013

El abuelo "caníbal" de Karembeu

Christian Karembeu es uno de esos futbolistas que puede presumir de haber ganado todos los títulos importantes que permite el fútbol. Campeón del Mundo, de Europa y de la Copa Confederaciones con la Selección Francesa. Dos veces ganador de la Champions y una de la Copa Intercontinental con el Real Madrid, también sumó otros títulos con Nantes y Olympiakos, en una amplía carrera en la que también conocería las Ligas italiana, inglesa y suiza. En 1995 y 1998, fue nombrado mejor jugador del Continente de Oceanía.  Además, su matrimonio con la modelo Adriana Slekarinova le dotó de mayor popularidad.

Karembeu, nació en el archipiélago oceánico de Nueva Caledonia, de apenas 230.000 habitantes y que la ONU tiene como territorio pendiente de descolonización. Bajo soberanía francesa desde mediados del siglo XIX y con algunos episodios violentos reclamando su independencia en la década de los ochenta, este fue el lugar de procedencia de Christian Karembeu, en una familia de 18 hermanos. De ahí, fue captado por un ojeador del Nantes y pudo viajar a la metrópoli para dedicarse al fútbol, con un destacado recorrido. El caso, es que el Karembeu que se desarrolló en el fútbol, venía influido por  una trágica vivencia familiar... 

Desde principios del siglo XX era habitual en esa Europa, todavía imperialista, que dirigía colonias desde miles de kilómetros de distancia organizar Exposiciones coloniales que pretendían servir como muestra de esas naciones distantes, y de paso, justificar ese dominio y la superioridad  moral occidental sobre ellas. En las ferias, no había problemas en mostrar los estilos de vida de las colonias. Ritos, costumbres, edificios, formas de actuar... y eso incluía a los propios nativos en un demencial zoológico de humanos. Indígenas traídos de los lugares donde las potencias ejercían su dominio  y que eran mostrados en jaulas junto a  otras bestias y animales de sus hábitats. En la exposición se acompañaban descripciones sobre sus primitivas costumbres, tan alejadas de las de una urbe como París, ciudad de las luces, el progreso y el desarrollo. Había amplios pabellones y allí se mostraba a árabes, asiáticos, africanos, oceánicos... Con sus vestimentas y herramientas. La exposición de París de 1931, contó con un amplio dispositivo organizativo de la República Francesa, pero también participaron EEUU, Japón, Italia, Portugal, Holanda y Reino Unido. Se estima que a lo largo de los seis meses que duró la muestra llegó a tener más de 30 millones de visitantes.  Unas cifras brutales para la década.
Entre los indígenas expuestos de Oceanía, se encontraba Willy Karembeu. Un hombre traído de Nueva Caledonia, al que se mostraba como un caníbal, que se alimentaba de semejantes, que se comunicaba en un dialecto extraño y que era muy violento... No era cierto. Pero eso no importaba. No había manera de corroborarlo en los años 30 para una familia occidental que visitaba París. Los niños tenían a alguien a quién temer, los adultos para reflexionar sobre la superioridad moral de la civilización occidental y los dirigentes para justificar el estatus que tenían esos territorios. La historia del abuelo de Karembeu fue narrada en el libro "Cannibale" de Didier Daeninckx, y las secuelas le perduraron de por vida, por esos seis meses que estuvo expuesto en una jaula, mientras era observado desde los barrotes por los hombres civilizados. 70 años después, sobre el mismo París, a escasa distancia de donde se celebró la Exposición Universal, su nieto, luciendo la camiseta francesa se proclamaba Campeón del Mundo de fútbol. 

2 comentarios:

Miki dijo...

Impressive.

Cyborg 77 dijo...

Reflejo de la sociedad europea de principios de Siglo XX, que vivía un progreso y desarrollo técnico e industrial inversamente proporcional al desarrollo cultural y social