viernes, 8 de junio de 2012

EURO 2012: La última sonrisa de Grecia

Grecia no atraviesa un buen momento. Su crisis es la más grave de cuantas afectan a Estados en la Unión Europea. Ha solicitado ya dos rescates comunitarios, que le han planteado unas exigencias elevadisimas. La tasa de paro ronda el 21%, la población se encuentra cada vez más desesperada. Y no se percibe salida. El socialista Papandreu tuvo que dimitir cuando planteó someter a referendum las medidas de recorte exigidas por los mercados y llegó incluso a escucharse ruido de sables en Atenas. El tecnocrata Papademos las aplicó sin titubeos, aunque sin que se perciban efectos beneficiosos. Y el 6 de mayo las urnas dieron paso a un escenario político nuevo, con un Parlamento fragmentado en el que tienen cabida desde neonazis a radicales y en el que los viejos partidos salieron escaldados...No hubo forma de alcanzar un Gobierno y habrá nuevos comicios. Esto, desde luego no ha hecho más que acrecentar la incertidumbre y los rumores, desde la necesidad de proceder a un tercer rescate, a abandonar a Grecia a su suerte y expulsarla del Euro. Comentarios que se oyen sin saber que hoja de ruta tomar y que auguran un negro panorama. 

Ahora comienza la Eurocopa de fútbol. Quizá una de las últimas alegrías internacionales que se ha llevado a la boca el país heleno en la época reciente fue la Euro de 2004. Nadie contaba con ellos. Era una selección menor en el concierto europeo. Su fase de clasificación había sido brillante. Clasificó como primera de grupo superando a España y Ucrania. Su 0-1 en la Romareda condenó a La Roja a una repesca con Noruega, con la que nadie contaba (hubo que modificar el campeonato de Liga cuando ya estaba sorteado). Pese a ese hito, que se tomó más como una anomalía, Grecia seguía con una apariencia gris.

Era su segunda presencia en una Eurocopa, solo había estado en un Mundial. Nada hacia presagiar avanzar en un grupo en el que había caído con el organizador del evento, Portugal, y su vecino ibérico, España. Venían de imponerse, sí, pero seguían sin dar miedo. Era un conjunto sin excesivos nombres. Lo dirigía un veterano alemán, Otto Rehhagel, con un palmares interesante (3 Bundesliga, 1 Recopa, 3 Copas...) y que siempre había confiado en equipos netamente defensivos. Dellas que jugaba en la Roma, Karagounis en el Inter o Charisteas en Alemania eran sus rostros más reconocibles. El resto, jugadores de Olympiakos o Panathinaikos en su mayor parte. Con mucha experiencia internacional, pero que nunca fueron tenidos en cuenta como un rival peligroso.

Y pasito a pasito, Grecia fue ridiculizando a quién la minusvaloró. Su férrea defensa. Su eficacia a balón parado. Su capacidad espartana le auparon al triunfo. La primera fue en la frente. Partido inaugural en Oporto, ante una Portugal plenamente convencida en sus opciones (Un jovencisimo Cristiano Ronaldo que ya comenzaba a despuntar, mezclado de vieja guardia como Couto, Andrade, Pauleta, Rui Costa o Figo, y la savia nueva de Deco, Maniche, Valente...). Grecia se llevó el partido por 2-1. 

En el segundo partido, rascó un empate contra España que la aupaba al liderato de grupo, y quedaba enfrentarse al teórico rival más débil, Rusia, que había perdido sus dos encuentros. Grecia se veía en cuartos de final. Y tuvo que sufrirlo. Un pésimo inicio les puso con 2-0 en desventaja. Lo que peor se les daba a los griegos. No lograron el empate, pero el 2-1 resultó suficiente ya que Portugal se imponía a España, dejándola fuera y provocando la caída de Iñaki Saez como seleccionador. Grecia se plantaba en cuartos.

Allí se impuso a Francia. El equipo de Zidane, Henry, Trezeguet no pudo hacer nada frente a la muralla griega. Un gol de Charisteas colaba a Grecia en semifinales, ante una sorpresa que se estaba prolongando en exceso. El fútbol ordenado y defensivo heleno daba resultado. Nadie conseguía encontrar la manera de hacerles daño.

En Semifinales esperaba una Selección de las que estaban gustando. La República Checa que ya rozó el éxito con Poborsky y Nedved en el 96 y que ahora además juntaba a Cech, Rosicky, Baros, Ujfalusi o Jankuloski. ¿Sería el buen juego checo suficiente para eliminar a Grecia? Pues nuevamente no. Misma táctica, mismo resultado. Grecia plantó su muralla. Sus jugadores encerrados, esperando la oportunidad. Una formación perfecta, imbatible, segura. Y en la prórroga, el central Dellas hizo el gol de plata sin oportunidad de reacción checa, que se desesperaba sin encontrar espacios. Grecia se impuso 1-0 y jugaría la final contra el local Portugal.

Y ya que estaban ahí. ¿Resultaría el mismo esquema predecible ante el anfitrión por segunda vez? ¿Se acabaría la suerte? ¿Claudicarían ante la mayor pujanza portuguesa? Rehhagel no varió nada. El equipo había resultado a la perfección y prefirió no mover ni un milimetro. Y el cuento de hadas griego terminó a lo grande. De nuevo un 1-0. La portería imbatida y un gol de Charisteas a la salida de un córner en el minuto 57. Portugal lo intentaría todo sin éxito. Lisboa alucinaba al ver como a Portugal se le escapaba su primer gran título en casa, ante una Grecia que fiel a su estilo, se imponía. La explosión de jubilo fue mayúscula. Los griegos regresaron victoriosos a casa. Muchos de ellos, además, encontrarían acomodo en ligas mayores. Abandonaron ser una cenicienta europea a convertirse en una habitual (presencias en Euro 2008 y Mundial 2010, junto a está que ahora comienza en 2012). Los griegos vivían felices. Justo todo lo contrario que un lustro más tarde, cuando los efectos de la crisis están resultando devastadores.

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